El país está siendo testigo de los cantos de sirena. En la Odisea, Ulises se aferró al mástil de su barco y para oír los cantos de sirena, tapó con cera los oídos de su tripulación. Aquí parece suceder algo similar, pero al revés.
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El problema de fondo es que tanto los candidatos como los electores, en general, promueven la gran ficción donde todo el mundo trata de vivir a costa del resto, sin importar los costos futuros de aquello. En esa dinámica parasitaria, donde unos ofrecen y otros piden.
«El progreso es imposible sin cambio, y aquellos
que no pueden cambiar sus mentes,
no pueden cambiar nada»