Lo peor de la impostura de este sector elitista de nuestra sociedad es el desprecio que esconde por las personas comunes y corrientes que no comparten su humanismo meramente declaratorio.
Marx no era más que un impostor, un fraude tanto a nivel humano como intelectual.
Una economía libre no basta para tener una genuina cultura de la libertad donde nuestra estima no dependa de chaquetear a los que destacan ni de despreciar a los que no se logran distinguir.
«La libertad no se pierde por quienes se esmeran en atacarla, sino por quienes no son capaces de defenderla»
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