Se hace difícil defender valores occidentales diezmados por la corrección política. La condescendencia taquillera posmoderna ante la intromisión cultural china e islámica bordea la ridiculez.
China vende su 'modelo alternativo' de desarrollo, que implica el control total del partido, donde la armonía se traduce como sumisión absoluta.
«El progreso es imposible sin cambio, y aquellos que no pueden cambiar sus mentes, no pueden cambiar nada»
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