Los infelices no solo reclaman la mayor atención posible, sino que culpan a otros de su insatisfacción sin querer asumir ningún costo para revertir su propia desgracia
En los últimos diez años el establishment ha construido consensos culturales impulsados por la agenda progresista. Quienes hoy se movilizan son justamente quienes fueron excluidos de esos acuerdos. Literalmente excluidos.
Los mal llamados líderes progresistas no luchan por la justicia ni la libertad del pueblo sino por la sucesión en el poder.
«El progreso no es una bendición ininterrumpida. A menudo viene con sacrificios y luchas»
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