Se corrió nuestro tupido velo. Nuestros terroristas no eran amateurs.
Nuestra oficina de inteligencia no investigaba y parece que era verdad que solo leían a Dostoievski. Nuestro riesgo país estaba subestimado y nuestras policías estaban incapacitadas.
«El progreso es imposible sin cambio, y aquellos
que no pueden cambiar sus mentes,
no pueden cambiar nada»