Tratar de detener, retrasar, contener o adaptar los fenómenos disruptivos a modelos de negocio que van en retirada es como poner saquitos de arena en la playa para parar un tsunami.
En lugar de protestar para acabar con Uber y Cabify, los taxistas deberían unir fuerzas y demandar una regulación más flexible. Su reclamo actual es justificado, solo está mal enfocado.
«La libertad no es un regalo de Dios, sino una conquista humana»
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