El liberalismo fue una lucha contra el privilegio para obtener mayor dignidad, es decir, con romper con un destino impuesto por otros, para convertirnos en dueños efectivos de nuestras vidas.
Lo que Marx quiere es la sociedad total, que todo lo abarca, sin barreras –es decir sin derechos individuales que le pongan límites– entre el hombre y el colectivo social representado por el Estado.
Por estos días, esta cruzada intelectual, ambiciosa y casi solitaria, de McCloskey, sí que es nadar contra la corriente.
«La libertad no es un regalo de Dios, sino una conquista humana»
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