Antes incluso que la protección de sus temores, la clase media chilena clama por una justificación moral de su estilo de vida.
Bajo un discurso plagado de buenas intenciones se esconde la más profunda contradicción moral del progresismo de izquierda: su animadversión a lo distinto y su clasismo retrógrado y oligarca.
«La libertad no se pierde por quienes se esmeran en atacarla, sino por quienes no son capaces de defenderla»
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