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Ese impuesto que todos pagamos Publicado en El Pulso, 26.10.2015

Ese impuesto que todos pagamos

Según la Encuesta Nacional Bicentenario, publicada por la Universidad Católica-Adimark 2014, 28% de los encuestados cree que no paga ningún impuesto, 12% cree que paga algo y 15% que paga poco. Juntando estos tres rubros, 55% de los encuestados cree que paga “nada, poco o algún impuesto”.

Esto nos lleva a realizar un cuestionamiento importante: ¿tenemos real conciencia de los impuestos que pagamos? Pareciera que no… Según el Ministerio de Desarrollo Social, 70% de la población que trabaja no supera los $572.590 en ingreso. Quizá por eso existe la percepción del “no pago” de impuestos, pues en Chile solo lo hacen aquellos cuyo salario supera los $583.173. Pocos saben que hay impuestos indirectos que pagamos todos los ciudadanos, aun cuando no percibamos ingresos.

Son principalmente el IVA, el impuesto a las bebidas no alcohólicas, licores, cerveza, cigarrillos y bencina. Si bien hay otros impuestos indirectos, no se pueden aplicar en la imputación, por lo que el resultado obtenido es inferior al real. El primer quintil paga $40.611 mensuales en impuestos, mientras que el segundo paga $81.015.

Casi el doble. No parece mucho dinero, pero si hacemos análisis comparativos, lo cierto es que el desembolso es bastante alto. Por ejemplo, si una persona del quintil más bajo no tuviera que pagar los impuestos indirectos, alcanzaría a cubrir el 92,6% de la canasta básica, mientras que una persona del segundo quintil la cubriría en su totalidad y le sobrarían $37.163 al mes.

En una vida laboral (35 años), una persona del quintil más bajo ahorraría aproximadamente $17.000.000 (en caso de no abonar en impuestos). Una del segundo quintil ahorraría $34.000.000. Con estos montos, una persona del quintil más bajo podría cubrir 68% del costo de un departamento en Maipú, de 48 metros cuadrados, de $25.000.000.

También le alcanzaría para cubrir el 62% del costo de un departamento de similares características en La Pintana. Sería bueno que la ciudadanía tuviera más conciencia fiscal. No para pagar menos, pero sí para levantar la mano cuando se trata de implementar nuevas reformas.

Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.

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