El delirio institucional del feminismo de género
Estas semanas han dado un golpe directo al feminismo de género, no solo porque los últimos sucesos han dejado al descubierto […]
Fundación para el Progreso (FPP) - Agosto 2019Entrevista a Joshua Wong, el líder estudiantil de Hong Kong que enfrenta al régimen chino de Xi Jinping para lograr la autodeterminación de la ciudad y garantizar la libre expresión de sus ciudadanos.
En exclusiva para FPP
El día en que Hong Kong se rebeló, millones dejaron la comodidad de sus hogares y salieron a cubrir las lluviosas calles de una de las ciudades más grandes del mundo. Los manifestantes eran mayormente estudiantes que clamaban por libertad. La movilización pública tenía como objetivo evitar la pérdida de derechos civiles, mientras el gobierno de Beijing intentaba imponer una reforma electoral. Por casi tres meses se mantuvieron los manifestantes firmes en las calles, manteniendo emisiones en vivo 24/7 para que el mundo pudiera seguir su lucha. Era el año 2014 y Joshua Wong, de entonces solo 17 años, se convirtió en un símbolo internacional de disidencia.
Cuando las protestas acabaron, Wong pasó varios meses en la cárcel, pero eso no lo detuvo. En 2019, ahora con 23 años y estudiante universitario, fue encarcelado de nuevo, mientras en las calles brotaba una nueva rebelión civil. La ley de extradición, propuesta por las marionetas del gobierno chino en Hong Kong, encendió las alarmas, anunciando un peligro que los ciudadanos del “segundo sistema” han temido por años. Solo en los primeros días, alrededor de dos millones de personas, de una población de siete, salieron a las calles a manifestarse.
La ley de extradición permitiría a China juzgar a los disidentes bajo su jurisdicción, silenciando así cualquier intento de denunciar las violaciones de derechos humanos que ha cometido el régimen. Tras semanas de presencia en las calles, la represión policial se recrudeció y se hizo cada vez más violenta. Los ciudadanos se dieron cuenta de que si no seguían defendiendo sus derechos civiles, China les devolvería el golpe. Necesitaban llevar los ojos del mundo a lo que estaba aconteciendo en la ciudad. Hace unos días, el 13 de agosto, manifestantes tomaron el aeropuerto y pararon alrededor de 1000 vuelos. La violencia escaló. Nadie sabe lo que sucederá luego, pero las consecuencias pueden afectar el futuro de una de las ciudades más poderosas del mundo y tener un desenlace como el de la masacre china de Tiananmen. Joshua Wong, quien sigue luchando en las calles, mantiene la esperanza. “Hong Kong es el lugar donde nací, donde vivo y el que amo. Así que espero esforzarme más para poder hacer la diferencia. Porque Hong Kong no debería estar oprimido por Beijing", dice rápidamente y sin dudarlo.
Joshua Wong (Hong Kong, 13 de octubre de 1996) es un activista y líder estudiantil. Fue una de las figuras clave en la Revolución de los Paraguas en Hong Kong de 2014. Es actual Secretario del Partido Político liberal de Hong Kong, "Demosistō", el cual fue fundado en 2016 y hoy trabaja en las movilizaciones por democracia de la ciudad.
Esta entrevista realizada por Sasha Hannig, es parte del proyecto Disidentes, de Fundación para el Progreso que pretende registrar los testimonios de quienes se atreven a sacar la voz frente a sociedades o gobiernos represivos en todo el mundo. El proyecto aúna hasta ahora alrededor de 10 entrevistas y será lanzado oficialmente a fines de 2019.
SH –Joshua, ¿cómo te involucraste en la Revolución de los Paraguas de 2014?
JW –Nosotros la organizamos. La Revolución de los Paraguas nació como un movimiento de desobediencia civil no violenta para mostrar que teníamos el derecho de elegir libremente al líder de nuestra ciudad. Y esa es la razón por la que ocupamos las calles durante más de dos meses. Pensamos que China debía respetar la voz de la gente de Hong Kong.
SH –¿Cómo llegó a transmitirse en Reddit? Porque para nosotros, en el otro lado del mundo, fue excepcional. Nos sentimos parte de lo que estaba pasando.
JW –Tanta gente salió a las calles durante la Revolución de los Paraguas que de alguna manera —no tengo idea de cómo— se transmitió y se extendió por todo el mundo. Le permitió a la gente ver lo que estaba sucediendo en Hong Kong y cómo nos trata China.
Para nosotros fue una prueba de lo afortunados que somos al no estar sometidos a la censura de internet impuesta por el gobierno chino. Sin embargo, aunque todavía tenemos un flujo libre de información, es imprescindible para nosotros defenderlo y demostrar que Hong Kong es un lugar donde la gente puede luchar por los derechos humanos y la libertad. Esperamos aprovechar esta ventaja para dar lo mejor de nosotros y mostrarle al mundo lo que está sucediendo en Hong Kong, Xinjiang, Taiwán, el Tíbet y otros países del sudeste asiático, para enfrentar la emergencia del modelo de China como una potencia universal.
SH –Fuiste un candidato potencial para el premio Nobel de la Paz en 2018. ¿Crees que los organizadores han renunciado a nominar a cualquier otro disidente chino después de que China cortó sus relaciones con Noruega por otorgarle el galardón a Liu Xiaobo?
JW –Creo que el caso de Liu Xiaobo es diferente al nuestro en Hong Kong. Aunque pasamos meses en la cárcel, el precio que pagamos fue un pequeño sacrificio en comparación con el suyo.
Diría que espero que más disidentes chinos, especialmente aquellos que viven bajo la represión de Beijing, puedan ser nominados al premio Nobel de la paz, para que así la gente sepa que ante el modelo chino no debemos guardar silencio. Ese es el verdadero compromiso con los derechos humanos.
SH –¿No crees que la movilización de 1989 en Tiananmen es comparable a lo que sucedió en Hong Kong en 2014?
JW –La escala no es comparable a la de la Plaza de Tiananmen, pero el movimiento de los paraguas es el tercero más grande para mostrar la violación de los derechos humanos en China después de Tiananmen y la movilización actual. Y también para mostrar que la gente de Hong Kong siempre está en primera línea para enfrentar a Beijing.
SH –Prefieres las protestas pacíficas, pero a veces apelas a la desobediencia civil. ¿Por qué crees que esto es necesario?
JW –El movimiento democrático en Hong Kong ha estado clamando por libertades civiles durante más de tres décadas. La gente debe entender que, dado que tenemos que enfrentar al régimen autoritario más grande del mundo, es una batalla de largo aliento.
Pero si no mostramos remordimientos y continuamos sacrificándonos, algún día haremos un cambio. Por ejemplo, durante la transición de la soberanía en 1997, nadie pudo prever que sucedería algo como el Movimiento de los Paraguas o las manifestaciones actuales de la ciudad.
SH –¿Cómo relacionarías los casos de Taiwán y Hong Kong?
"somos muy conscientes de cómo Beijing espera aplastar la autonomía"
JW –Hoy Hong Kong, mañana Taiwán. Ambos tenemos que enfrentar la estrategia de dominio de Beijing. Entonces, no importa si el movimiento Girasol ocupa el Parlamento en Taiwán o si el Movimiento Paraguas ocupa las calles en Hong Kong. Ambos muestran que somos muy conscientes de cómo Beijing espera aplastar la autonomía de estos dos lugares.
Aunque los enjuiciamientos políticos se están volviendo más comunes para los disidentes, todavía esperamos permanecer aquí y defender nuestros derechos democráticos. Cuando digo «hoy Hong Kong, mañana Taiwán» es porque deseo que en el futuro Hong Kong pueda tener una democracia, y que algún día podamos decir «Hoy Hong Kong, mañana China» para que tengan una democratización total.
SH –China continental está impulsando una fuerte estrategia de diplomacia caracterizada por el ejercicio de sharp power en el mundo. ¿Cómo puede dañar la democracia?
JW –El sharp power es la nueva estrategia utilizada por China continental para instalar la política "One belt one road" en todo el mundo.
La pregunta es si debería el mundo confiar en China. Bueno, echemos un vistazo a la experiencia de Hong Hong: China firmó la Declaración Conjunta sino-británica en el Reino Unido y prometió que Hong Kong sería un área excepcional, y que sería con la idea de «un país, dos sistemas». Menos de 20 años después, China ya ha erosionado el lugar hasta hacer «un país y un sistema y medio».
Si China ignoró lo que prometió en el tratado internacional que se registró en las Naciones Unidas, ¿cómo podemos confiar en que respetará un acuerdo firmado con cualquier país, incluso de Europa?.
"La política de One Belt One Road es solo una forma de difundir la represión autoritaria en todo el mundo..."
La política de One Belt One Road es solo una forma de difundir la represión autoritaria en todo el mundo e ignorar los derechos humanos. Solo esperamos que la gente se dé cuenta de eso.
Sé que parece que Hong Kong está muy lejos del país en el que viven (Chile), pero si este centro financiero internacional se ha visto erosionado para convertirse en una ciudad más bajo el gobierno chino, pueden hacerlo en cualquier lugar.
Si el régimen de Beijing afirma que en el futuro no habrá gente de Hong Kong, sino solo gente del área de la Gran Bahía, queda claro que firmar un tratado internacional no les importa. No se puede confiar en absoluto.
SH –¿Cómo puede Hong Kong mostrarse como un socio real, con un poder tan dominante como China ejerciendo su sharp power en el mundo?
JW –La imagen de Hong Kong en el extranjero siempre ha sido manipulada y controlada por las autoridades de Beijing. Sí, la gente reconoce que Hong Kong tiene ciertas ventajas como ciudad financiera internacional o como un lugar donde se conoce el kung-fu, con Bruce Lee y Jackie Chan. Pero también nos gustaría decirle al mundo que Hong Kong es una ciudad con protestas. Es el lugar donde las personas buscan la libertad que merecen y se sacrifican por eso. Se colocan en primera línea para confrontar a las autoridades de Beijing. Es por eso que no es solo una ciudad financiera sino también una ciudad de protesta, donde sacamos la voz por la cultura de Hong Kong erosionada por Beijing.
SH –¿Crees que Beijing ha usado la rivalidad entre la China continental y Hong Kong como una herramienta de propaganda para debilitar la imagen internacional de tu ciudad?
JW –Este tipo de propaganda de Beijing se ha vuelto más común en los últimos años. En la era de Hu Jintao o Jiang Zemin parecía que todavía intentaban acercarse con una postura más moderada a la sociedad civil.
Pero con el liderazgo de Xi Jinping, que pasó de presidente a emperador, pareciera que ya no habrá expresiones de la sociedad civil en China, toda la información está centralizada. La gente de todo el mundo debe ser consciente de que la propaganda se extiende en una especie de plataforma de medios, directamente desde el régimen.
SH –¿Crees que las leyes chinas para la censura y el control de la población a través del crédito social tendrán un efecto en el pensamiento y el desarrollo cognitivo de las personas de China?
JW –El Sistema de Crédito Social aplicado por el gobierno en China nos hace recordar cuáles son las verdaderas intenciones del régimen. Afortunadamente, en Hong Kong todavía tenemos libre flujo de información y no tenemos este tipo de censura y control.
SH –Shanghai, Fujian y algunas otras grandes ciudades en el continente han desafiado el liderazgo económico de Hong Kong en la región. ¿Superarán a Hong Kong en términos de comercio y relevancia? ¿Qué hará Hong Kong entonces?
"El estado de derecho y la independencia judicial son las excepciones que Beijing no puede superar."
JW –El estado de derecho y la independencia judicial son las excepciones que Beijing no puede superar. Incluso con el tipo de desarrollo económico de Shanghai todavía están muy lejos de Hong Kong en términos de transparencia y cumplimiento de los acuerdos de comercio.
De hecho, una guerra comercial entre Estados Unidos y China no dañará tanto a Hong Kong. Por lo tanto, llamaría al gobierno chino a darse cuenta de que cuando erosionan las instituciones de Hong Kong, no solo afectan a las personas en la ciudad, sino que también a los intereses de Beijing.
En las últimas semanas, el conflicto de Hong Kong se ha tornado profundamente violento. El gobierno de Beijing ha instado a los ciudadanos chinos a criticar —e incluso atacar— a los manifestantes con barras de metal y bates de béisbol. Entretanto, la figura de Carrie Lam, la autoridad máxima de la ciudad ha perdido poder de convicción y la confianza de la gente. El movimiento ha sido calificado como «terrorista» y agresivo, y China ha presentado la imagen de una ciudad rebelde y arribista, centrada en su odio al régimen en vez de las oportunidades del pragmatismo.
SH –¿Puedes explicar cuáles son las consecuencias de la ley de extradición para los disidentes y ciudadanos regulares de Hong Kong?
JW –Si el gobierno logra aprobar esta ley, Beijing podrá extraditar a cualquiera de Hong Kong a China continental. Somos muy conscientes de ello y debemos evitarlo. Nos opondremos y es imprescindible instar al gobierno a que retire esta propuesta de ley de extradición. Es por eso que millones salieron a las calles y exigieron «ninguna extradición a China», pues no tenemos posibilidad alguna de tener un juicio justo bajo el sistema legal de China.
SH –¿Tienes miedo de esta ley?
JW –Es difícil para nosotros, los disidentes, garantizar nuestra seguridad personal, sin importar si se aprueba o no la ley de extradición. Después del incidente del editor Lam Wing-kee, secuestrado en un tren y entregado a China continental, tenemos claro que no estamos seguros y que será difícil garantizar nuestra seguridad. Pero, pase lo que pase, haremos nuestro mejor esfuerzo para defender nuestras ideas y luchar contra ellos.
En el año 2015, libreros establecidos en Hong Kong comenzaron a desaparecer, entre ellos cinco empleados de Causeway Bay Books, dirigidos por Lam Wing-kee. Más tarde se supo que fueron secuestrados por las autoridades chinas, ya que algunos de ellos contrabandearon libros prohibidos al continente o publicaron contenido contra el gobierno central. Según Joshua Wong, estos eventos dieron una advertencia a la gente de Hong Kong: el gobierno chino encontrará una manera de violar o esquivar los acuerdos que firmaron.
SH –Pero, ¿escaparías de Hong Kong si fuera necesario?
JW –No tengo planes de pedir asilo político. Mi deseo es permanecer en Hong Kong hasta las últimas consecuencias, porque es donde puedo contribuir.
Ser ciudadano de Hong Kong significa nacer en la ambigüedad. Significa no ser británico, ni cantonés, ni chino, sino algo intermedio. Significa haber nacido en una ciudad que fue, durante mucho tiempo, el único centro financiero de Asia. El lugar donde nacieron los bancos de financiación, orgulloso de la civilidad y de su estado de derecho. Una ciudad que en realidad no tenía opción bajo el gobierno del Reino Unido, pero que despues de todo ¿Es Hong Kong realmente una parte de China? Si se trata de la administración geopolítica, sí, pero sus ciudadanos no se sienten culturalmente parte del pueblo chino o incluso de la etnia china. Una encuesta de la Universidad de Hong Kong muestra que la identificación étnica con los chinos ha disminuido, de alrededor del 40% en 2008 al 20% en 2017. Pero la juventud de Hong Kong tiene un porcentaje aún mucho más bajo: solo el 3% de las personas entre 18 y 30 años se identifican con China. En 2019, solo alrededor del 10% de la población se sentía un «ciudadano orgulloso chino». Joshua Wong es, incluso, parte de una minoría religiosa dentro de Asia: el cristianismo.
SH –Perteneces a una minoría religiosa en Asia. ¿Cómo ha afectado el ser cristiano tus decisiones en la vida y tus decisiones como disidente?
JW –Como cristianos, reconocemos firmemente la importancia de la libertad religiosa. Además, Dios y Jesús nos dieron independencia mental y pensamiento crítico.
Pero esas cosas—el cristianismo, la libertad religiosa y la independencia mental— amenazan al régimen. Es importante mostrar que a las personas se les dio pensamiento crítico e independencia de la mente. Es un regalo de Dios.
SH –¿Qué estás estudiando?
JW –Ahora estoy estudiando Ciencias Políticas en la Universidad de Hong Kong. Me ayuda mucho con mi trabajo.
SH –¿Por qué fundaron Nathan Law y tú el partido Demosisto?
JW –Fundamos el partido porque queríamos seguir sacando la voz de nuestra generación, la del Movimiento de los Paraguas. Además, para que la gente sepa que incluso si nos graduamos de la universidad, aún persistiremos en lo que creemos y lucharemos por la democracia.
SH –¿Y qué hace el partido Demosisto?
JW –Organizamos a jóvenes para dirigir campañas. Organizamos movimientos de protesta y desobediencia civil.
SH –Has sido encarcelado varias veces. ¿Cuáles son los argumentos legales y políticos para hacer esto?
JW –Estuve en la cárcel por mi compromiso y participación en el Movimiento de los Paraguas y debo decir que no me arrepiento en absoluto, incluso habiendo enfrentado una sentencia de cárcel tan alta durante casi 100 días.
Sus argumentos fueron: asamblea no autorizada y desobediencia civil. Diría que este tipo de persecución política y el apuntar a los líderes del movimiento solo demuestra cómo establecen su agenda y sus planes estratégicos para silenciar la voz de los disidentes políticos.
SH –China y sus partidarios dicen dos cosas: una, que no están de acuerdo con todos los valores impuestos por Occidente. Y la segunda, debido a la armonía y al mantenimiento del bien común, sería necesario detener manifestaciones ideológicas. ¿Crees que este es un argumento válido?
"Que China silencie las voces no significa que realmente haya armonía."
JW –Que China silencie las voces no significa que realmente haya armonía. Por ejemplo, para nosotros, sin democracia, Hong Kong nunca tendrá armonía y seguirá teniendo conflictos. Todavía está muy lejos de ser la sociedad ideal que esperamos lograr.
Incluso si silencian la voz de los disidentes y nos encierran en la cárcel, no habrán resuelto el problema. Pero Hong Kong todavía está lejos de la democracia.
SH –¿Crees que Hong Kong debe ser independiente de China?
Elecciones libres y derechos políticos fundamentales es lo que pedimos. No abogamos por la independencia de Hong Kong. Estamos esperando el día en que Hong Kong pueda tener autonomía política.
SH –¿Cómo equilibras la situación actual de Hong Kong?
JW –Recuerdo la situación de Hong Kong alrededor del año 2000: tres años después de la transición de la soberanía, la gente todavía esperaba que China permitiera a Hong Kong tener democracia. Pero con las transgresiones de los Derechos Humanos en los últimos años, solo sabemos que, bajo la política del régimen, tendremos que hacer más esfuerzos y continuar esta batalla.
SH –Hablas sobre derechos civiles y políticos, pero China también tiene una estrategia de penetración cultural en Hong Kong. Por ejemplo, trataron de instalar el mandarín como idioma principal y trataron de cambiar los valores educativos, uniéndolos con los chinos. ¿Cómo ves este intento de interferir en la cultura de Hong Kong?
JW –Sí, la interferencia cultural es la táctica utilizada por Beijing para Hong Kong, principalmente para prohibir el cantonés y cambiarlo por el mandarín. Pero también está el ignorar la importancia del pensamiento crítico e instalar una educación de lavado de cerebros para hacer que los jóvenes estudiantes no solo amen al país, sino que también sean leales al régimen, leales al Partido Comunista de China.
Este tipo de interferencia cultural, además de obligar a los estudiantes a cumplir para recibir un trato favorable y disfrutar de los beneficios de China, no es razonable en absoluto. Entonces, ¿podemos mejorar la singularidad de Hong Kong? Esa es la razón por la que intentamos fortalecer la sociedad civil y también mostrar que Hong Kong es diferente a China continental.
SH –Intentas abrazar una independencia cultural...
JW –Sí.
SH –¿Hay alguien en Hong Kong que no hable mandarín?
JW –En Hong Kong, supongo que la mitad de la gente realmente no sabe hablar mandarín. Yo diría que el cantonés es parte de la cultura única de Hong Kong, por lo que está relacionado con la participación política y la forma de vida. Y es tan diverso y diferente del continente que esperamos poder preservarlo.
SH –En los años 80, las películas elevaron la imagen de Hong Kong en el mundo. ¿Crees que el cine sigue siendo una ventaja cultural de Hong Kong?
JW –Esa fue una ventaja cultural, pero ahora la producción de los medios tiene una fuerte interferencia del continente. Entonces, ¿cómo podemos evitarlo? No es fácil superar esa intervención.
SH –Hay un problema en Hong Kong con la sobrepoblación y el aumento de los precios de vivienda. ¿Crees que este problema social y las molestias incentivan una búsqueda de ayuda de China continental?
JW –El capital directo invertido continuamente en el mercado inmobiliario de Hong Kong solo ha degradado la calidad de las casas y apartamentos.
No hay lugares para que las personas vivan, sino para que las personas inviertan. Entonces, diría que la interferencia del régimen en Hong Kong no solo se limita a la cultura o a la opresión política, sino que también afecta la forma de vivir con las inversiones ilimitadas en el mercado inmobiliario de Hong Kong. E ignora el derecho de las personas a tener una cantidad razonable de espacio para vivir.
La sobrepoblación es un problema sobre el cual el gobierno de Hong Kong no puede actuar, porque el gobierno local no tiene poder para decidir la política de población. Todo está controlado por Beijing.
SH –¿Cómo describirías ser un disidente en el siglo XXI?
JW –Ser un disidente en el siglo XXI es bastante diferente de lo que experimentamos en los días anteriores, pues con el libre flujo de información y el surgimiento de las redes sociales, la difusión es muy diferente.
Entonces, ¿cómo podemos continuar con nuestros esfuerzos y buscar cierto cambio? Realmente se necesita tener más colaboración internacional. ¿Cómo podemos mostrar solidaridad global? Es nuestro objetivo en el futuro.
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Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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