El delirio institucional del feminismo de género
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Publicado en La Segunda, 25.09.2024Vicisitudes dieciocheras me hicieron leer textos que nuestro profesor, Roberto Soto, nos pasaba en épocas colegiales: Los griegos: herencias y raíces,de Arnold Toynbee. Ahí, el autor analiza cómo el pasado —en este caso, civilizaciones que van muriendo— influye en las civilizaciones que van naciendo. Escudriña sobre la influencia de la religión, la lengua, los burócratas, el comercio, el arte, la poesía y un largo etcétera, en las nuevas civilizaciones helénicas que van brotando. Toynbee describe tierras de calor, olivos y paradisíacas islas mediterráneas, y relata cómo esos cambios e influencias dependían de muchas cosas; algunas evidentes, como las guerras, y otras más sofisticadas, como la flexibilidad o dogmatismo en sus ideas, o incluso el grado de perfección de su arte o civilización.
«Y Ayan afirmaba, "El islamismo y la izquierda woke son los enemigos de la civilización“».
Además de abrumarme con toda la información e infinitud de conexiones, y de varios flashbacks a los tiempos de tiza y overol, me perturbó pensar que nosotros, humanos con Nintendo e Instagram, podíamos estar viviendo cerca de un colapso. ¿Estaremos en auge o decadencia? ¿Bajo qué parámetros? Difícil saberlo, aunque cunde el pesimismo. En ciencia, sin embargo, cada vez existen menos misterios —las tormentas eléctricas no son castigos por nuestros pecados, por más que sacerdotes de Boston hayan insistido y a los nostálgicos conservadores les duela—. Gozamos de libertad e igualdad en derechos como nunca, pero EE.UU., país que mejor las consagró, se odia a sí mismo. El Reino Unido, «padre» de EE.UU., busca destruir la libertad de expresión. La democracia liberal, nuestra mayor institución, está amenazada por la ultraderecha, dice Bachelet, a pesar de que AMLO, desde la izquierda, la ha destruido —con su guinda de la torta judicial, la semana antepasada—. ¿Quiénes entonces? Bolsonaro, «el peor de todos», no pasó a mayores. ¿No será Maduro, Petro o China? Lula y sus amigos, ¡prohibieron Twitter! ¿Milei? El «fascista» avanza en la libertad de los argentinos después del desastre dejado por el izquierdismo alabado por Bachelet. Estaba en esas disquisiciones cuando me llegó un WhatsApp de una amiga con una entrevista a Ayan Irsi Ali, la intelectual que escapó de Somalía y el islam para vivir en la Holanda libre. «El islamismo y la izquierda woke son los enemigos de la civilización», se titulaba.
Y sobre esta lejana Capitanía General pensé, ¿qué hizo Sebastián Piñera para que nadie, absolutamente nadie de la izquierda —con excepción de tres pelagatos— se levantara públicamente contra la violencia que quería botarlo? ¿Qué hicieron Lavín, JAK o Cruz-Coke, para toda la izquierda se regocijara frente a ese caos? ¿Qué ha pasado para que izquierda unida celebrara esa propuesta constitucional bolivariana, propia de cualquier cosa menos una civilización que protege la libertad, el arte y la dignidad humana?
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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