Pater familia
Si hay algo que puede disminuir la vanidad y egotismo en un ser humano es la paternidad. Cuando nace un […]
Publicado en Radio Agricultura, 12.12.2024Las polémicas sobre las acusaciones hacia el presidente y los escándalos en torno al caso Monsalve, se han diluido en medio de la noticia sobre su paternidad y otros hechos noticiosos (Ministerio de Seguridad Pública, Caso Dominga y la Reforma al Sistema Político).
Lejos de obstaculizar los avances de la agenda de discusión pública, sin duda necesaria, frente a otros temas relevantes para la ciudadanía, es relevante insistir en ciertos puntos que no pueden ser olvidados.
«El actual establishment feminista poco tiene de defensor del empoderamiento femenino, y solo se dedica a rentar de un ideal que nada representa la realidad femenina chilena».
Lo más interesante quizás de aquellas semanas de denuncias y acusaciones, no fueron las acusaciones propiamente tal. Como muchos advirtieron, lo más impactante fueron las reacciones de quienes llegaron al poder izando la bandera del feminismo.
En su vocería del 26 de noviembre, la ministra Vallejo, repitió insistentemente que la acusación era falsa, que carecía de sustento y que, además, provenía de alguien que había acosado sistemáticamente a su entonces compañero de práctica universitaria.
Frente a semejante violación al precepto de separación de poderes y descarada burla a mínimos principios democráticos, la ministra demostró su nulo compromiso real con la denominada «causa feminista», simbolizando la pobreza valórica de la dirigencia de quien ella es mensajera.
Con todo, este suceso permitió que se replanteara en la discusión pública el concepto y valor del principio de presunción de inocencia, que hace años venía siendo amenazado por la denominada ola morada.
El escándalo permitió cuestionarnos si efectivamente, toda acusación de una mujer es siempre digna de ciega confianza. También demostró, que el hombre no es siempre un violador ni el culpable, ya que esto también responde a un prejuicio, alimentado por un sesgo con una perspectiva dada por el género.
Sin embargo, a estas discusiones surgieron voces, desde la intelectualidad y desde el establishment, que intentaron cambiar la minuta bajo el argumento de que el tema «ya era mucho» y que debíamos enfocarnos en discutir «los problemas que realmente están afectando a los chilenos».
Muchas figuras femeninas, que en su momento defendieron la quema del patrimonio, como única forma viable para denunciar los abusos del «patriarcado» (argumentaban que eso no era tan violento como los abusos que enfrentaban las mujeres), consideraron que este debate ya se había extendido demasiado.
Fueron ellas mismas quienes aplaudieron la consigna de Las Tesis «el violador eres tú», canción (Un violador en tu camino) que incluso acusaba al difunto presidente Sebastián Piñera de ser culpable y cómplice del patriarcado opresor y violador.
Pero esta vez todo es diferente. Un ejemplo de ello fue la intervención de la reconocida periodista, Paula Escobar, quien en Página 13 argumentó que considerar la perspectiva de género como contraria a la presunción de inocencia es una tergiversación, y que la performance de Las Tesis es una expresión artística, no un documento legislativo y debe interpretarse como tal.
Pero, cuando dicha actuación nació, en el contexto de las revueltas de 2019, ¿acaso la izquierda opositora lo interpretó de esa manera? Y la pregunta del millón: ¿Qué hubiese ocurrido si ambos casos se hubieran dado en un gobierno de oposición? ¿Se interpretaría de igual forma? ¿Seguirían las consignas de «amiga yo te creo» ilustradas como meras expresiones de activismo?
Nadie nos dará esas respuestas. Pero lo que sí podemos concluir, es que el actual establishment feminista poco tiene de defensor del empoderamiento femenino, y solo se dedica a rentar de un ideal que nada representa la realidad femenina chilena. Es cosa de ver los objetivos de las más de 100 asesoras de género en la Moneda y su inexistente impacto en la prevención de abusos al interior del gobierno.
El tema está en que las chilenas sabemos lo que queremos y eso no lo dará ni un colectivo ni una canción que solo sirvió de marketing para un proyecto político. La mayoría de nosotras no necesitamos de una agrupación, necesitamos del reforzamiento y profundización de los principios tradicionales de la democracia y de la libertad.
Necesitamos igualdad ante la ley, sistemas judiciales eficientes y justos. Necesitamos seguridad en las calles y garantías estatales de que nuestros hijos no serán víctimas del narcotráfico.
Las chilenas queremos una economía próspera, porque sabemos que el mercado no nos discrimina por nuestro sexo. Las mujeres necesitamos de un Estado limitado y eficiente, que nos defienda en cuanto ciudadanas libres, trabajadoras, emprendedoras, como madres y esposas; no como esclavas de un colectivo que lo único que pretende es debilitarnos para asegurar su permanencia en el poder.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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