El amateurismo de Boric

Hubo un tiempo en que el término «amateurismo» gozaba de gran prestigio en Chile. Fue en la época dorada de Jorge Sampaoli al mando de la Universidad de Chile y luego de la Selección Chilena. En ella, el casildense reivindicaba el barrio y las ganas de jugar que puede tener cualquier cristiano cuando se pone al frente de un balón. En 2016, cuando se sentía «rehén» en nuestro país, fue a Sevilla y en la capital hispalense siguió dando la lata con el tema. Pero lo cierto es que la palabrería de Sampaoli se toleraba porque el estratega argentino ganaba y eso es lo único importante en el fútbol. Esto lo refleja muy bien el título de una noticia en el Diario de Sevilla ya aburridos de las derrotas de Sampaoli en su segunda estadía en Nervión: «El amateurismo es ganar».

Si el concepto amateurismo gozó de prestigio en el fútbol mientras Sampaoli ganaba, lo cierto es que en política siempre ha sido utilizado en términos peyorativos. Decirle a un político «amateur» es, lisa y llanamente, dudar de sus capacidades para estar en la cosa pública. Por desgracia para el presidente Boric, son varias las exautoridades vinculadas a las relaciones exteriores que han utilizado este epíteto para referirse al actuar de su Gobierno en estas materias.

Lo cierto es que razones no les faltan a esos críticos. Nunca en la historia de Chile las relaciones internacionales habían estado en tan malas manos como en la actualidad. Son incontables los errores cometidos por Boric y sus colaboradores en esta materia. En el caso que quiera repasarlos, recomiendo la columna de Paz Zárate quien de seguro ya está preparando otra con las chambonadas de este año. En este sentido, los últimos incidentes con Argentina y Perú parecen ser la norma de un manejo mediocre y aficionado de nuestra diplomacia.

La divulgación de un audio de Cancillería evidencia no solo el bajo nivel de esa conversación, sino también la falta de seguridad y criterio de quienes tienen a su cargo la política exterior de nuestro país. No deja de ser curioso que esa reunión fue provocada por las desafortunadas declaraciones del embajador argentino, Rafael Bielsa, a raíz del rechazo de Dominga. El gobierno chileno se había molestado con razón. Sin embargo, el presidente Boric en la Cumbre de la CELAC hizo lo mismo que Bielsa: de forma irrespetuosa se entrometió en la política peruana, creando otro conflicto más, con otro país vecino.

Consciente de que el octubrismo ya no tiene cabida en nuestro país (de momento), el presidente Boric quiso exportarlo a Perú fracasando en el intento. Augusto Álvarez Rodrich, destacado analista peruano, señaló que este impasse demostraba a lo menos tres cosas: la inexperiencia del mandatario, su desconocimiento de lo que está pasando en Perú y lo maleable que es ante discursos de otros presidentes de la región como AMLO y Petro.

«No deja de ser paradójico que se le acuse de amateur a un grupo que lo único que ha hecho en su trayectoria vital es dedicarse a la política profesional».

La guinda de la torta la puso el diputado Winter cuando dijo que lo del audio no era desprolijidad, sino que un posible espionaje. Después, el mismo diputado tuvo que retractarse de su primera aproximación conspiranoica al problema, demostrando que el Frente Amplio es tan generoso que es capaz de colmar con inoperancia no solo al Gobierno de Chile, sino también al Congreso Nacional.

No deja de ser paradójico que se le acuse de amateur a un grupo que lo único que ha hecho en su trayectoria vital es dedicarse a la política profesional. Con todo, el manejo caprichoso de nuestras relaciones internacionales por parte del presidente Boric no hace otra cosa que dilapidar el prestigio internacional de nuestro país.