El delirio institucional del feminismo de género
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Publicado en Controversia, 24.05.2021Para nadie es un secreto que en los últimos 2 años la política chilena -al menos en su forma tradicional- se ha degradado enormemente. Los parlamentarios y todo aquel que quepa dentro de la categoría de “político” ha caído bajo un tremendo cuestionamiento. Paradojalmente, todo esto se da mientras atestiguamos los resultados de las elecciones políticamente más relevantes de las últimas décadas.
Abundan tempranas hipótesis de este fenómeno desde enfoques muy diversos. Para cultivar una comprensión integral de los factores causales es menester prestar especial atención a los principales movimientos sociales en el Chile de la transición. Uno de los más notables es el de los estudiantes. Estos han sido uno de los focos más relevantes de la transformación de la izquierda chilena tras la dictadura. ¿O existe algún otro precedente de un individuo que, como Boric, hace sólo 10 años marchara por la Alameda y hoy sea uno de los candidatos presidenciales del grupo de izquierda que posiblemente tenga mayor fuerza en la creación de nuestra Nueva Constitución?
Lo anterior es consistente con los resultados que arrojaron nuestra última histórica elección: hay una nueva izquierda hegemónica. ¿Cuál es la clave de este grupo? Precisamente haber estado conectado -y hasta cierto punto, ser la misma expresión- del movimiento estudiantil. Ellos fueron los exportadores de parte de las costumbres que dominan la nefasta labor parlamentaria con quienes fueron electos el 2017 y hoy encarnan uno de los momentos más críticos de la historia del Congreso.
Así pues, es posible señalar dos factores claves en el resultado de la elección. El primero es que desde el estallido social ha habido un resurgimiento del interés de los jóvenes por involucrarse en las decisiones políticas nacionales. Quienes antes figuraban por ser una gran fuente de abstención ahora son determinantes de los resultados que antes no les interesaban. Este grupo etario fue fuertemente influenciado por el movimiento estudiantil.
Por otro lado, está la comprensión de la cultura con la que toman decisiones estos jóvenes que rompieron su abstención. Sin duda, quienes mejor entienden esto son los bloques que han tenido mayor éxito: Apruebo Dignidad y, hasta cierto punto, la hasta hace poco desconocida Lista del Pueblo. En el extremo opuesto, la derecha chilena y la Concertación han estado fuertemente excluidos de la política estudiantil donde dominan por sobre todo variedades del marxismo chileno y otras ideologías tangentes.
Todos fuimos testigos de la extrema violencia en la que degeneró el Instituto Nacional. Es factible pensar que esto es resultado de un embrutecimiento de la élite que históricamente dirige al país. Si lo anterior es cierto, entonces la probabilidad de que su huella lamentablemente quede marcada en la Nueva Constitución no es despreciable, con todas las desafortunadas consecuencias que ello implica.
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