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Chile me lo confirmó: el doble estándar de la libertad de expresión en el arte Publicado en El Líbero, 02.02.2023

Chile me lo confirmó: el doble estándar de la libertad de expresión en el arte

Autor: Mara Sedini

«¡Abajo el comunismo!», fue la frase que hizo reventar las redes sociales tras la presentación de la agrupación Gente de Zona en el Festival de Las Condes. Tras un impecable show marcado por sus bailes, energía y algunos de sus clásicos como «La Gozadera» (Miami me lo confirmó), pareciera que lo único que llama la atención de los medios de comunicación y los haters de Twitter son las declaraciones para visibilizar y generar conciencia sobre la dictadura totalitaria que se vive en su país, Cuba.

La verdad, es que aquello no tiene nada de raro. La postura de estos artistas siempre ha sido conocida, ya que junto a otros compatriotas crearon, el año 2021, la canción Patria y Vida. El título hace referencia a la frase «Patria o muerte ¡Venceremos!», acuñada por Fidel Castro en marzo de 1960, tras el triunfo de la Revolución Cubana, y que ha sido utilizada como una de las consignas de ese régimen. La canción, con la sustitución del slogan de la dictadura, critica al régimen cubano con frases como «Mi pueblo pide libertad, no más doctrinas. Ya no queremos patria y muerte sino patria y vida».

Los espectáculos artísticos siempre han estado cargados de mensajes políticos. Pareciera una creencia popular que el escenario te entrega un espacio que hay que aprovechar para manifestar la posición propia con respecto a un tema. Muchas son banderas de lucha que algunos artistas han hecho eje fundamental de sus carreras, y otras la necesidad de participar de algún tema que esté de moda, el cual pueda impulsar la aprobación popular. Aun así, en una democracia la libertad de expresión es imprescindible. Es el elemento esencial para la existencia de una sociedad pluralista y tolerante, pero además es la base que constituye y forja el arte. Sin libertad de expresión no hay arte, por eso es fundamental defenderla.

Lo que llama la atención es que, teniendo todos los años en absolutamente todos los festivales artistas haciendo declaraciones políticas, la situación de Gente de Zona haya causado tanto revuelo. La respuesta es fácil: la libertad de expresión pareciera estar monopolizada por un puñado de artistas que, en su mayoría y de manera evidente, defiende ideologías de izquierda y se esmera por atacar y desprestigiar las que piensan distinto.

El ejemplo perfecto es la presentación de la humorista Nathalie Nicloux en el Festival del Huaso de Olmué. Durante su presentación, ella cuenta una anécdota en que alguien en su Facebook criticaba hablar en «lenguaje inclusivo», por lo que ella manifiesta: «Este tipo es actor, tiene más o menos mi edad (41), cómo puede ser que piense así, un actor, alguien sensible. Después me acordé de que el Cristián de la Fuente también se cree actor y se me quitó». Además de no tener ninguna gracia, la frase abraza dos ideas absolutamente totalitarias y canceladores. La primera, es que determina que la sensibilidad pareciera ser una facultad exclusiva de una profesión, lo cual no puede ser más lejano. Lo que uno elige como su ejercicio de vida no te define como persona poseedora de sensibilidades u otros atributos en desmedro de otros. La segunda, e igual de grave, es que la humorista crea que tiene el derecho a ningunear la carrera profesional de otro artista, como Cristián de la Fuente. Alguien que, además, ha logrado lo que pocos de la industria nacional, llevando su carrera a un éxito internacional.

Lo lamentable es que Niclaux crea que tiene la atribución de denostarlo profesionalmente por diferencias políticas. Podemos, entre artistas, debatir ideas, comentarios, diferencias y propuestas, hasta la apreciación de distintas obras artísticas. Pero es una vulneración profunda a la esencia del arte la agresión a la expresión libre; o el intentar pasar máquina ideológica para desprestigiar a cualquier trabajador.

«Todas las visiones democráticas deben ser aceptadas en una sociedad libre. Las diferencias no solo enriquecen los diálogos, sino que además son el motor del pensamiento crítico».

Ahora, respecto de este tema, me llama la atención que ninguno de los supuestos «sensibles» manifieste algún tipo de empatía por las víctimas de una dictadura profunda, con serias violaciones a los derechos humanos, como son Gente de Zona y muchos cubanos que han tenido que arrancar de su país dejando vidas y familias atrás. Pero aún peor es que se crea, que por ser actor, se le puede circunscribir a una visión. La actuación, la cual considero maravillosa –ya que además es mi profesión– no es propiedad de ninguna ideología, ni tiene como misión ser el eje propagandístico panfletario de nadie. Es un ejercicio libre y ninguna visión política tiene su potestad. Su ejecución debe ser la expresión honesta e independiente del artista, libre de cualquier coacción.

Todas las visiones democráticas deben ser aceptadas en una sociedad libre. Las diferencias no solo enriquecen los diálogos, sino que además son el motor del pensamiento crítico. Las artes y la cultura, por su parte, nacen y se enriquecen de las reacciones de un artista frente a un mundo que le habla, acompaña y también contradice. Y la única forma de cuidarlas es a través de la defensa profunda de la libertad de expresión y creación, y, por supuesto, el respeto.

Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.

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