Un debate espinudo
El problema de las pensiones es uno de los que Jonathan Haidt calificaría de espinudo: difícil de formular, con información […]
Publicado en La Tercera, 08.12.2024Hace dos semanas, en Buenos Aires, fue la última vez que Axel Kaiser estuvo con Javier Milei. Estuvieron juntos en una comida justo la noche en que el presidente argentino viajó a EE.UU. a ver a Donald Trump, el mismo día en que el economista –en un discurso que dio para la inauguración de la Fundación Faro, de la cual Kaiser es uno de sus directores– habló de «La fatal ignorancia», uno de los libros que el intelectual chileno publicó en 2009.
Un mes y medio antes, Kaiser estuvo en la Quinta de Olivos junto con Milei. Ahí –relata– se reunieron por varias horas «y conversamos muchos temas, como la importancia de dar la batalla cultural, la idea de seguir concientizando a la gente, la importancia de la libertad».
El también presidente de la Fundación para el Progreso es uno de los chilenos más cercanos al mandatario argentino, que cumple un año en el poder. Desde ahí, analiza el aterrizaje de los libertarios en la Casa Rosada y nombra a su hermano -el diputado Johannes Kaiser- como quien encarnaría mejor un proyecto de este tipo en Chile. «Terapias de shock duras, obviamente respetando ciertas garantías, son necesarias para restaurar la libertad de los chilenos», afirma.
A un año del gobierno de Milei, ¿cuáles han sido sus luces y sombras?
Es que la situación en que entró Milei era tan catastrófica, tan desastrosa, con una potencial hiperinflación de más de 15 mil %, con un Estado quebrado; prácticamente un 50% de pobreza, etc., que es difícil cuando tú estás en esa situación de crisis y logras revertir la parte más dura, encontrar muchas sombras. Obviamente hay impericia al principio, que tienes que corregir sobre la marcha, poniendo a las personas adecuadas para negociar, con un Parlamento en el que no tienes mayoría. Pero en términos generales, es tan impresionante lo que ha logrado, de reducir la inflación del 25% al mes al 3% o menos, de lograr equilibrio fiscal sostenido por primera vez en décadas, que la economía se está reactivando... El Fondo Monetario Internacional (FMI) y otras instituciones afirman que el otro año Argentina crecerá en un 5% o 7%, todo eso sin mayoría en el Parlamento, y con un respaldo popular de casi un 50%. Es tan increíble todo eso y nadie lo habría creído tiempo atrás, que no queda más que celebrar.
¿No hubo detrás del apoyo que tuvo, un rechazo gigantesco a lo que estaba ocurriendo en Argentina, más que una valorización de sus ideas?
Estoy totalmente en desacuerdo con esa teoría. Esto no es, votemos por él porque ya tratamos con los otros y no funcionó. Hay algo de eso, por supuesto, pero la esencia de lo que está pasando es que hoy existe en Argentina una corriente política, ideológica o filosófica, que se ha convertido en cultura y que atraviesa todas las clases sociales, que es mileista. Pero mileísta no por Milei como persona que sí, tiene el carisma, sino por lo que representa en términos de ideas. Es una revolución cultural, un cambio de mentalidad grande, sobre todo entre adultos y jóvenes, lo que le da el apoyo a Milei todavía.
«La esencia de lo que está pasando es que hoy existe en Argentina una corriente política, ideológica o filosófica, que se ha convertido en cultura y que atraviesa todas las clases sociales, que es mileista. Pero mileísta no por Milei como persona que sí, tiene el carisma, sino por lo que representa en términos de ideas».
¿Dentro de las sombras cuenta la cuota grande de personalismo que hay en su gobierno?
Es que sin un liderazgo de esa naturaleza, sobre todo en un país como Argentina, es imposible hacer nada.
¿Cómo definiría su liderazgo?
Carismático, arrollador, excéntrico, para nosotros... para los argentinos tal vez no. Muy intenso, disruptivo, casi revolucionario. Sin eso no habría ninguna posibilidad de hacer los cambios radicales que se están haciendo. Y, aparte, él no cedió ni un milímetro. Desde que entró al gobierno, en un país tan complicado como Argentina, con sindicatos muy poderosos, sin mayoría en el Parlamento, con la prensa en contra, todo. Él entendió, y es lo que estoy tratando de transmitirle a la gente cercana a Evelyn Matthei -y esto yo lo hablé en alguna oportunidad con él- que no puede decepcionar a su base.
A un año de asumir, ¿se siente un efecto Milei en la región, o es una excepción dentro de un continente dominado por la izquierda?
Se siente a nivel de discusión pública en países como Colombia, Chile, Brasil. Se habla de él mucho también en Centroamérica. Entonces, hay ya un efecto. No significa que esté produciendo inmediatamente cambios estructurales, para eso le falta madurar al proyecto de transformación argentino.
Pero ¿esa conversación no tiene más que ver con el personaje Milei que con el fondo?
No, porque el personaje ya se habría desinflado si no estuviera acompañado de las reformas agresivas que ha hecho y los logros que tiene.
¿El personaje todavía no se ha comido a su agenda?
Es que lo que tú ves es él. Él no está actuando. Él es así. Él efectivamente odia al Estado y ama la motosierra y efectivamente quiere reducir al mínimo posible la intervención a la libertad y la propiedad de las personas. Efectivamente, quiere que Argentina sea el país más rico del planeta en términos de ingreso per cápita. Y no piensa ceder un milímetro en eso.
¿Es posible una relación fluida con Chile, después de lo que pasó con los 40 años del Tratado de Paz y Amistad?
Sí, depende del perfil del gobierno. Si tienes un gobierno más afín al gobierno argentino, como Matthei o mi hermano Johannes, o Rodolfo Carter, van a tener una buena relación con Javier Milei. Obviamente que cada país tiene sus intereses y habrá que resolver las disputas que haya.
Pero, entonces, lo que predomina en la relación entre ambos países es un tema ideológico más que de intereses comunes…
Pienso que está muy marcado por el factor ideológico.
¿Eso, por parte de Milei, de Boric, o de ambos?
No creo que tanto por parte de Milei. Y no tengo tanta información, pero pienso que Boric entiende, y su gobierno también, que si funciona lo que está pasando en Argentina, para ellos es una derrota ideológica y simbólica aplastante, desastrosa. Y entonces no quieren parecer cercanos. De ninguna manera.
¿Es aplicable el modelo Milei en Chile, con sistemas políticos e instituciones tan distintas?
A ver, las reformas económicas... Si hiciéramos algo parecido en Chile, entendiendo que no tenemos el problema de la inflación de ellos y eso, volaríamos. Seríamos un país ultraexitoso, estaríamos creciendo de nuevo al 5%, 4%, 6%, 7%, anda a saber. Desde el punto de vista de si funciona, sí funcionaría.
Pero ¿políticamente, qué pasa? Porque los puntos de partida son muy distintos en el caso de Argentina y Chile para un gobierno libertario.
Hay algo de cierto en esto de que Chile no está tan mal como para que la gente quiera cambios radicales. Pero tampoco es un país que está bien. Chile está en crisis. Estamos en una crisis económica, estamos en una crisis de seguridad, entonces tienes la necesidad de un liderazgo más frontal, más duro, más carismático, que proponga terapia de shock. Y no tanto en economía, que es el gran problema argentino, sino en seguridad. Si Evelyn Matthei, a la semana de que salió elegida, si llega a ser ella, no propone una terapia de shock con medidas superdrásticas, su gobierno va a estar muerto en dos meses. Así de simple. La gente no le va a perdonar al gobierno de derecha no arreglar el tema de la delincuencia. Terapias de shock duras, obviamente respetando ciertas garantías, son necesarias para restaurar la libertad de los chilenos.
¿Quién encarnaría mejor un gobierno o un proyecto libertario acá?
Yo creo que mi hermano, si él pudiera salir, encarnaría mejor un gobierno libertario y no porque sea mi hermano, sino porque creo que él tiene las ideas más duras y claras en eso. Él estaría dispuesto, si tiene las mayorías, porque también depende de eso en el Parlamento, a cerrar ministerios, a recortar el gasto, a bajar impuestos y a aplicar mano dura en seguridad.
¿Él lo encarnaría mejor que Evelyn Matthei?
No, Evelyn Matthei no es una persona con sensibilidad libertaria. Es socialdemócrata.
¿Y José Antonio Kast, que también se dice cercano a Milei?
José Antonio Kast no creo que tenga la claridad mental y conceptual y la osadía para hacer las reformas que se harían en el país. Yo creo que él se movería en una dirección correcta, pero no creo que esté dispuesto a asumir los costos que sí estaría dispuesto a asumir mi hermano. Entendiendo que estaría dispuesto a asumir más costos que Evelyn Matthei, yo creo que sí. Pero no creo que estaría dispuesto a ir all in.
Tu hermano hoy aparece en las encuestas, todavía con un porcentaje bajo (8%). ¿A qué se debe que esté resonando?
Es un fenómeno muy parecido al que ocurrió con Milei en Argentina, al que pasó ahora con Trump que arrasó contra todos los pronósticos, a lo que en su minuto ocurrió con Bolsonaro en Brasil y lo que está pasando en Europa con distintos movimientos de derecha, y es que las élites de derecha e izquierda tradicional no están viviendo ni comunicando como si estuvieran sufriendo lo mismo que el resto de la ciudadanía. La indignación que le produce a la gente no poder llegar a su casa tranquila, no tener pega o estar con problemas en la lista de espera en los hospitales, las élites tradicionales no las experimentan. Son conscientes de que existe el problema, pero no son capaces de comunicar de una forma que le haga sentir a la ciudadanía que el líder está viviendo y sintiendo lo que ellos sienten. Yo creo que mi hermano sí, porque tiene una historia de ser hasta miembro de sindicato, o sea, de trabajar en todo lo que te puedes imaginar; desde los trabajos más sencillos. Él vivió esa vida de persona común y corriente. Sí, la vivió en otro país, en Austria, pero no era una persona que tenía trabajo muy bien pagado ni nada y tampoco era mantenido por la familia. El sí sintoniza con esa vibración.
¿Y una candidatura de una derecha más contestataria, más dura o más clara, tiene espacio después de una elección en que la gente prefirió alternativas más moderadas?
Yo creo que se está haciendo un mal análisis de la elección porque es evidente que la gente quiere posturas más duras, sobre todo, en seguridad. O sea, se desdibujó el Partido Republicano, por errores de José Antonio y de su liderazgo, porque el impacto de haber perdido la nueva Constitución política lo terminó sepultando y eso arrastró al partido, en parte. Chile Vamos fue astuto, puso buenos candidatos y le fue mejor de lo que se esperaba, pero están exagerando la sintonía del electorado que votó por esos candidatos con la propuesta que puede ser una cosa moderada tipo Evelyn Matthei. Ahora, no por eso no va a salir elegida ella, pero es evidente, si no mi hermano no estaría marcando 8 o 9 puntos.
¿Tu hermano está trabajando para esta elección o para la próxima?
Para la que viene ahora.
¿Va a estar en la papeleta?
No sé, o sea, él quisiera ir a primarias con Chile Vamos. Espero que lo inviten, porque le daría mucha legitimidad a Evelyn como candidata. Porque si ella gana las primarias, además, va a tener el apoyo de mi hermano. Y eso va a llevar a que un grupo importante de gente -que está en republicanos y con Johannes- que hoy la mira con escepticismo y que no es un grupo menor, a apoyarla en segunda vuelta. Esos son millones de votos. Hasta ahora ella no ha planteado ni una idea, hoy día es el concurso miss simpatía, pero cuando empiece a plantearlas, es cuando puede perder. En una primaria con Carter y mi hermano le harían un favor, saldría fortalecida, porque va a tener que tomar posturas más duras.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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