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Axel Kaiser en La Segunda: «La derecha también está generando una casta política que vive del Estado» Publicado en La Segunda, 08.01.2025

Axel Kaiser en La Segunda: «La derecha también está generando una casta política que vive del Estado»

imagen autor Autor: Axel Kaiser

«¿Dónde acaba en él el teórico y comienza el partidario?» se preguntaba Cioran a propósito de Joseph de Maistre, célebre por ser un pensador inmoderado.

Esas palabras resuenan en mi cabeza cuando saludo a Axel Kaiser. Cordial en el trato, pero lapidario en sus juicios, el abogado y filósofo es un hombre de convicciones tercas, cuyo último libro, Parásitos mentales (Planeta 2024), es un análisis de las ideas progresistas que, según él, han infectado nuestra sociedad.

Inspirado en The Parasitic Mind, de Gad Saad, el presidente de la Fundación Para el Progreso aborda en su ensayo temas complejos de economía y filosofía política, deconstruyendo didácticamente 7 conceptos que considera dañinos, empezando por la justicia social.

Cuando le pregunto si piensa que la desigualdad económica afecta el trato entre las personas, responde: «Los seres humanos somos sensibles a las diferencias de estatus. Y la desigualdad económica es uno de los tantos indicadores de desigualdad que existen. También existe desigualdad en belleza, en edad, en salud, en todo. En culturas como la India, esto se traduce en tratos diferenciados, lo cual es excesivo y no es bueno desde el punto de vista cultural. Pero yo pienso que la desigualdad económica es una expresión de libertad».

¿Por qué es positiva la desigualdad social?

Permite que haya movilidad social. Si hay algo que ocurre como consecuencia de la desigualdad económica, es que las barreras de clase desaparecen. Porque el que antes no tenía nada, ahora puede ser más rico. Eso derrumba estructuras basadas en apellidos o tradiciones. Un sistema de libertad va a producir desigualdad cultural porque somos distintos, es inevitable. Pero que haya libertad oxigena la estructura social y abre oportunidades para todos.

Una de las causas del malestar ciudadano de la década pasada fue la desigualdad en el trato. ¿Te parece atendible esa crítica?

Hubo una combinación de factores. Yo escribí un paper en el que decía que esas desigualdades de trato no solamente tenían que ver con cosas que indignaban, como la colusión del papel, sino que también con el trato que le da el Estado a las personas. La gente, muchas veces, está más indignada por cómo la trata el aparato estatal, que por los escándalos del sector privado. Pero, ¿qué pasa? Que los medios y los políticos hablan solo de los casos que ocurren con las empresas privadas.

«Yo metí el libertarianismo en este país... los Chicago Boys fueron técnicos que hicieron un trabajo en un gobierno autoritario y se fueron»

¿Los chilenos tienen una relación hostil con el Estado?

Están frustrados porque el aparato político que controla el Estado no está resolviendo los problemas. El sistema de salud estatal gasta más por paciente que el sistema privado. ¿Cómo puede ser que la atención sea tan mala y que haya 30.000 personas que se mueren en listas de espera todos los años si estás gastando más? Yo cerraría todo el Estado en materia de salud y le daría un cheque a cada persona para que vaya a atenderse en un hospital privado.

«La desigualdad no es, en sí misma, un problema. El problema es cuando tú tienes escasez de bienes que a la gente no les está llegando. En este caso por mala gestión, despilfarro y corrupción. Y cuando tú destruyes la economía y no puedes crecer, no hay empleo. Creo que se puede resolver, pero se necesita voluntad política».

Sebastián Edwards le dijo en una entrevista a Tomás Mosciatti que las licencias médicas se han convertido en un problema. Mosciatti le preguntó si no será que los chilenos nos volvimos mediocres. ¿Eres optimista frente al futuro?

—Soy optimista porque estamos haciendo en Chile una revolución cultural que va a golpear a todo el establishment y a la elite, como un tsunami, igual que ocurrió en Argentina, que va a restaurar la fe de nuestros compatriotas. De que se puede salir adelante y que no se necesita al Estado para estar mejor. Eso va a demorar un rato y el país va a empeorar en ese intertanto. Pero yo tengo esperanza de que podamos dar vuelta esto. Estoy de acuerdo de que la peor crisis en un país es la crisis moral. Y esa crisis moral se produce por un conjunto de parásitos mentales que se han instalado en la discusión pública y han destruido los incentivos para que la gente se comporte.

—Los chilenos dejaron de usar la camiseta de la selección chilena. Ahora se ven personas con la polera de Argentina.

—Cuando tú pierdes y pierdes, llegas a la sensación de que te va a ser imposible ganarle al sistema. Eso aniquila tu capacidad de lucha. Por eso hace falta un golpe de timón profundo en este país, una nueva filosofía, que para mí es el libertarianismo que vengo defendiendo hace años, y que he defendido en Argentina, donde tengo cierta influencia en el presidente Milei. Acá tenemos que hacer lo mismo. La socialdemocracia no nos va a servir. Chile Vamos no va a servir. Tampoco la centro izquierda ni la izquierda. El libertarianismo es lo que va a restaurar la capacidad de soñar de los chilenos. Y una vez que hagamos las reformas que corresponden, el país va a volar de nuevo. Chile tiene todo para ser un país exitoso.

¿Tiene piso un gobierno libertario como el de Johannes Kaiser?

Ha sorprendido a mucha gente el auge que él ha tenido en las encuestas. A mí no, porque tiene que ver con lo que vengo trabajando con la Fundación Para el Progreso hace más de 10 años. Hay un trasvasije de capital político que está anclado en una transformación cultural. La mayoría de la gente que nos apoya son libertarios. Eso no existía en Chile. Yo metí el libertarianismo en este país. Porque los Chicago Boys fueron técnicos que hicieron un trabajo en un gobierno autoritario y se fueron. No hubo esa transformación cultural. Lo que me da esperanza es que de aquí, al gobierno subsiguiente, o después, puede llegar una fuerza renovadora que sea capaz de arreglar estos problemas como el crimen organizado.

El proyecto de tu hermano está pensado hacia el futuro. No para la elección que viene.

Es un proyecto de largo plazo pero él no descarta que le pase lo de Javier Milei. A Milei todo el mundo le dijo que no podía ganar y ganó. Entonces podría ocurrir una de estas cosas medio impredecibles que, de repente, ocurren. Y, en ese caso, tendría que sacar adelante un proyecto de orden público y seguridad. Pero si no lo hace él, lo va a tener que hacer Evelyn Matthei o la persona que llegue al gobierno.

Te escuché decir que si Matthei no articula un proyecto en materia de seguridad su desaprobación será estruendosa.

—Si Matthei no anuncia una terapia de shock en su gobierno en materia de seguridad, con medidas radicales que se empiecen a notar, en 3 o 4 meses su gobierno está muerto. Si tiene mayoría en el parlamento, eso le va a ayudar. Pero en términos de popularidad, no solo toda la izquierda va a estar en contra, sino que también la derecha. Nadie está entusiasmado con Evelyn Matthei. Dicen: Es otra más de Chile Vamos. Es un Piñera 3. Y su popularidad va a caer tanto que su gobierno va a ser disfuncional al poco rato. He hablado con personas cercanas a ella y les digo: Empiecen a pensar en políticas concretas, duras, porque Chile con un gobierno de derecha y con los titulares que se están viendo, no se lo van a bancar.

«(Johannes) no descarta que le pase lo de Milei. Todo el mundo le dijo que no podía ganar y ganó»

Juan Luis Ossa, ideólogo de la campaña de Matthei, dice que él es partidario de un proyecto liberal pero reformista. ¿Tiene asidero?

No tiene ni pies ni cabeza. Si ellos hacen eso, van a fracasar. No van a lograr levantar la economía ni resolver la seguridad. Van a ser Macri. Y ahí, tal vez, le van a dejar sembrado el camino a una persona como mi hermano, o tal vez a mí, si es que yo decido lanzarme para llegar a la presidencia.

Javier Milei dijo que veía en Agustín Laje un futuro presidente. Laje y tú forman parte de la Fundación Faro en Argentina. ¿Estás dispuesto a seguir una carrera política?

Yo estoy dispuesto a hacerlo, pero no ahora, porque todavía queda mucho trabajo intelectual por hacer. Este trabajo está llegando a cientos de miles de personas y va a crear el capital político para que, en un par de años más, o gobiernos más, haya la base para hacer reformas duras que van a ser necesarias, como las tiene Milei hoy día. Lo de Milei, no fue solo él. 10 años antes, habíamos varios dando esa pelea. Después él, con su carisma, las hizo despegar. Creo que es un error si los asesores de Matthei no ven que la gente puede perdonar fallos en economía, pero si no logran resolver el problema de la seguridad -si no haces ni uno ni lo otro- están liquidados.

Si gana un gobierno de derecha. ¿La izquierda volverá a protestar en las calles?

La izquierda es revolucionaria. Hay una parte de la izquierda que es criminal y son antisistémicos. Ellos van a hacer eso. Ahora están tranquilos porque están en el gobierno. La izquierda es la que maneja la violencia. Ese ha sido siempre el instrumento de ellos. La democracia es instrumental. La usan de forma oportunista. Ellos no creen en la democracia. Ellos creen en Cuba, en Venezuela. Por eso indultan a delincuentes; por eso celebran a terroristas. Y lo van a hacer, porque ellos quieren generar la sensación de que el país no es gobernable para un gobierno de la derecha. Y la derecha es tan ingenua, que no entiende que esa izquierda, no la centroizquierda, es enemiga.

Dicen que piensas con una moral binaria al tildarlos como enemigos.

Son enemigos. Porque ellos nos ven a nosotros como enemigos. Basta que esa persona me quiera exterminar para que yo tenga que defenderme. ¿Ellos me van a decir que el golpe de estado que le trataron de dar a Piñera y lo que trataron de hacer con el INDH para marchar sobre La Moneda es algo democrático? La derecha que me acusa de eso, me parece políticamente ciega.

¿El apocamiento de la centroderecha se debe a que quiere despegarse de la herencia de Pinochet?

Algo hay de eso, por un lado. Y por el otro, tiene que ver con que la élite chilena más tradicional, con excepciones, siempre ha sido cobarde y cómoda. Como a ellos no les afectan los problemas del país, entonces pueden darse el lujo de posar de demócratas y no ensuciarse las manos con nada. Si tú enfrentas una asonada golpista, tienes que defenderla a balazos si crees que la democracia está en peligro. Pero Chile Vamos cree que es mejor perder la democracia, dejársela a la izquierda extrema, a los totalitarios, antes que defenderla.

El relato de la vuelta larga de Blumel.

Mis predicciones se han cumplido todas, las de ellos no. Entiendo a la izquierda porque he estudiado bien la ideología de ellos. La mayoría de las personas en la derecha están acostumbradas a hacer que los intereses económicos sean lo único que importa.

¿Son más importantes los cuentos que las cuentas?

Las dos cosas son reales, pero los cuentos son mucho más poderosos. La Evelyn Matthei no tiene relato porque su gente es ciega a la dimensión más profunda de la psiquis humana. Son tecnócratas. Piñera tenía el mismo problema. No tenía relato porque era un economista de Harvard que no sabía nada de filosofía, ni de historia, ni de sociología. Y le importaba nada más que los números. Se rodean de gente que piensa igual, que fue a los mismos colegios, a las mismas universidades. Y nadie los desafía.

Tú sí.

Yo los incomodo. Tuve que defender a Milei antes de que fuera presidente frente a la élite de derecha. Que era un antidemócrata, un enfermo, un loco, un riesgo para la libertad. Y hasta ahora él ha logrado lo que nadie pensó. Hablo directo con el presidente de la República en Argentina, porque tengo una relación de amistad. En Chile no hay ningún político que le interese saber lo que yo pienso. Yo creo que es porque la derecha chilena también está generando una casta política que vive del Estado.

¿Incluirías a Republicanos en ese grupo?

Republicanos no, porque son nuevos, y surgen como una reacción al vacío que deja Chile Vamos. En Chile Vamos la nueva generación es mejor, donde tienes a Pancho Orrego y Coni Hube. Pero la generación sobre 45 o 50, las redes que tienen en el estado, con amigos y funcionarios, está empezando a tomar un olor a oligarquía. Y por eso tampoco quieren hacer reformas radicales importantes porque no quieren pagar el coste. Esto lo va tener que hacer alguien que venga de afuera, como lo hizo Milei o Trump.

Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.

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