El delirio institucional del feminismo de género
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Publicada en La Segunda, 16.08.2023Difícil no hablar de la caída del arcángel Giorgio Jackson, un pseudomoderado —como toda la estética jesuítica a la que pertenece—, que venía a salvar el mundo. Saltó desde el famoso Techo para Chile, «sin querer», al poder. Desde las cuadrillas, sin ducharse, a hacer el bien.
Igual a todos sus símiles, descubrió de repente, ya tarde, ya mayor, que en Chile había gente pobre, que había miseria, que existían personas que no tenían qué comer ni donde vivir. Así, él, un iluminado, sabía más de realidad chilena que todos los que estaban a su lado. Ocurría entonces lo mismo de siempre: aparecía un mesías que, ya adulto, opinaba y nos enseñaba como adolescente iracundo. Yo lo sé todo y tú, nada. Yo conozco la pobreza, tú solo la riqueza. Yo no robo, y tú defiendes a los que han robado. Yo ayudo a los pobres, y tú, en cambio, a los ricos. Yo dono mi sueldo, y tú, te lo gastas solo en tí y en tus intereses. Yo soy bueno, y tú, malo. Y quienes no me siguen, terriblemente malos. Hubo miles de posteos, debates, videos, stories, bailes, y censuras de por medio. Todo registrado. Quien no lo seguía, era cancelado. Al final, lo de siempre, un vendedor de ilusiones. ¿Irá a repetirse? ¿El mismo guion? Qué deprimente.
«Habrá que esperar la vuelta de Giorgio. "Es la persona más cagada del mundo", dijo su mejor amigo del colegio, el kinesiólogo Andrés Meza, a revista El Sábado. No dijo si era rencoroso o no, así que no sabemos. Si domina tan poco el rencor como a la avaricia, sálvense quien pueda».
Nunca olvidaremos sus gorros fosforescentes de lanas naranjas y rosadas —con el fiasco de los balones de gas de por medio—, sus dichos sobre sus autodonaciones o su santidad; y una de las más vergonzosas performances de los últimos treinta años de nuestra política chilena: su live haciendo hora para salir de una cuarentena y partir a Valparaíso, mientras, allá, al mismo tiempo, el diputado Naranjo hablaba por más de catorce horas seguidas, aguantando para que llegara. Ese mismo diputado Naranjo que no conocía a su señora, ¿y ella no es pariente suya?, le preguntaron. ¿En qué sentido dice usted pariente? Respondió. Y en ese tiempo la tenía contratada como asesora. Dos saltimbanquis y una oposición vergonzosa hacían de las suyas para acusar constitucionalmente al presidente de la República por nada.
Así era Giorgio, el líder de una secta, porque por afuera, nada. Después de ocho años en el Congreso, hizo solo enemigos. Lideraba, eso sí, entre los suyos, y para ellos, todo. Como Perón, «al amigo, todo; al enemigo, ni justicia». Iba creciendo con esta máxima, pero, con tantos enemigos, no sirvió en Segpres y, luego, pillados sus camaradas, todo se derrumbó. No eran santos ni buenos. Habrá que esperar su vuelta. «Es la persona más cagada del mundo», dijo su mejor amigo del colegio, el kinesiólogo Andrés Meza, a revista El Sábado. No dijo si era rencoroso o no, así que no sabemos. Si domina tan poco el rencor como la avaricia, sálvense quien pueda.
Para la historia quedará también por qué tantos lo siguen y siguieron. Mucho aburrimiento, creo yo. Un sabio lo dijo: «solo las personas que se aburren necesitan la ilusión»
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