Cómo entender el rally de 52%
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Publicado en El Líbero, 26.12.2025
Publicado en El Líbero, 26.12.2025
Autor: Antonia Russi
Se acerca el fin del año y, con él, va finalizando el actual gobierno liderado por Gabriel Boric. Con ello, se vuelve costumbre enumerar sus victorias y fracasos, sin embargo, el nivel de tropiezos y caídas en las que incurrieron los personeros de gobierno permite mantenerlos todavía en la memoria colectiva. Por ello, pareciera ser más relevante aún, intentar definir el actual gobierno, para luego distinguirlo de futuros proyectos nacionales, a fin de establecer una hoja de ruta, con objetivos que nos protejan de caer en lo que nuestro país sufrió en estos últimos años.
A grandes rasgos, la actual administración se puede definir, a lo menos, como el de las grandes contradicciones y de la incompetencia política. No podemos olvidar que tanto Gabriel Boric, como sus secuaces, se erigieron como los nuevos líderes de la moral política; como aquella vanguardia que guiaría a Chile por el camino hacia la justicia social, la igualdad y el bienestar nacional basado en la «empatía» (palabra que se repitió hasta el cansancio de 2019 hasta el 2021). Pero, además, vincularon su agenda política al proyecto constitucional, emanado de la violencia octubrista, fomentada por ellos mismos. Así, cuando la ciudadanía rechazó semejante proyecto político, las ahora máximas autoridades de la república se quedaron sin sustento real hacia sus ideas, al menos no para las más nucleares.
«La defensa de la democracia liberal no puede cesar y es urgente comprender que la lucha por las ideas de la libertad, la dignidad y el progreso, recién comienza».
Con todo, el gobierno de Gabriel Boric tuvo que navegar, intentando comunicar cierta comprensión de la realidad, pidiendo disculpas repetitivas por sus contantes errores y llamando a sus denostados apoderados ideológicos para lograr estabilizar el tan fracasado proyecto político. Para muchos, este gobierno termina de manera distinta a la que comenzó. Algunos lo ven como un resultado de la curva de aprendizaje, de la humildad de asumir equivocaciones y entender, finalmente, el significado de la gestión. Sin embargo, me parece que semejante opinión peca, sin duda, de un exceso de incredulidad.
Si comparamos, a quienes entregan el mando a José Antonio Kast, de aquellos jóvenes políticos revolucionarios, es posible que, hoy, veamos figuras con mayor prestancia, pulidos en las formas y con mejores estrategias políticas. Sin embargo, su espíritu boicoteador, su motivación intervencionista y su desdén por la probidad y el progreso nacional siguen intactos. De alguna manera, si hablamos de un gobierno que estructuró el presupuesto de la nación con «gastos bajo la línea»; si recordamos que fueron ellos quienes promovieron eliminar la «glosa republicana», sumado al soslayado proyecto de «amarrar» a los funcionarios públicos (contrabandeado en un proyecto de reajuste), para evitar producir un recorte en la burocracia estatal; se puede decir que son los mismos que firmaron, hace unos años, por la paz, para luego seguir promoviendo la violencia y continuar denostando el Estado de derecho – ¿o acaso no es eso lo que se pretende al indultar a delincuentes por fines ideológicos?.
Quienes hoy se acercan a dejar el gobierno, poco y nada aprendieron del error germinal de sus ideas. Han anunciado en varias ocasiones, que sus objetivos siguen vivos y si estos tuvieron que ser pausados «fue solo por una cuestión de los tiempos» (como reconoció la presidenta del partido Frente Amplio en T13 radio). Es por esto que es fundamental que todos aquellos que hoy se consideran oposición, reconozcan el valor de la tradición republicana y democrática. El orden, el espíritu de servicio público y el sometimiento de los deseos ideológicos a las buenas costumbres gubernamentales, deben volver ser admiradas por la ciudadanía. La defensa de la democracia liberal no puede cesar y es urgente comprender que la lucha por las ideas de la libertad, la dignidad y el progreso, recién comienza.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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