El establishment feminista y su falso desempeño
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Publicado en El Dinero, 15.02.2016Por Jairon Severino
El populismo, como práctica socorrida por quienes ejercen el poder para agenciarse el apoyo coyuntural de los ciudadanos, no es sostenible a largo plazo. Más temprano que tarde se pagan las consecuencias económicas y sociales.
La concepción clara del concepto la tiene Mauricio Rojas, un chileno que en 1973 se radicó en Suecia en tiempos en que tuvo que exiliarse del régimen de Augusto Pinochet.
A su entender, el populismo es gastar lo que no se tiene a largo plazo. Afirma que una sociedad que se está endeudando constantemente, como es la dominicana, es porque está haciendo política sistemáticamente populista, pues gasta más de lo que tiene disponible en las arcas públicas.
Llegó al país invitado por el Centro Regional de Estrategias Económicas Sostenibles (CREES).
¿Cómo actúan los políticos suecos frente a la gente?
Cuando un político sueco promete escuelas para todos, la gente se pone la mano en la cabeza, pues sabe que eso significa pagar más impuestos. Esto hace que la gente vote con responsabilidad fiscal. Si cada dominicano tuviera la conciencia de que cuando un señor promete obras está comprometiendo su dinero, sería muy distinta la realidad.
¿Realmente los políticos de la región se caracterizan por el populismo?
Todo eso es populismo en el sentido más puro de la palabra. Debe generarse un consenso político por evitar el populismo. Debe haber leyes que condenen la práctica. La política latinoamericana es como un caballo desbocado. Hay que ponerle riendas al populismo, ya que sólo beneficia a corto plazo.
¿Qué hacer para cambiar la realidad en este caso?
La región necesita de un acuerdo político en el que se coloque a quienes prometen lo que no tienen en una especie de rincón de la vergüenza y leyes que condenen al Estado a no gastar más de lo que puede en un ciclo económico. Veo en estos días a muchos políticos prometiendo cosas que no se sabe cómo las van a cumplir partiendo de la capacidad recaudatoria del Estado. Un político sueco diría qué impuestos subiría para cubrir los gastos.
¿Qué diferencia hay con los políticos dominicanos?
Acá tenemos una situación en la que el político parece vivir en un mundo de fantasía, donde hay dinero de fantasía que él puede repartir sin que a la gente le cueste. Y eso, por supuesto, es la base de la irresponsabilidad de una política fiscal. Luego la gente lo paga con la crisis.
¿Qué falta para cambiar la visión populista?
El día en que tengamos una sociedad en la que ser populista sea vergonzoso, donde prometer un peso más de lo que se tiene, sea una vergüenza y sea, incluso, condenable, se habría iniciado un cambio real. Creo que habría que llegar al nivel de poner condenas penales a aquel político que se permite ofrecer lo que no existe, pues es una actitud que sólo endeuda generaciones futuras, poniendo el país en una crisis. Y como hemos tenido tan reiteradamente ese problema, habría que ponerlo clarito en una Ley de Responsabilidad Fiscal.
¿Debería ser condenable el déficit fiscal?
El que crea un déficit fiscal injustificado debe tener responsabilidades penales, como lo hace una empresa o una familia, que si no paga le embargan los bienes.
¿Qué dicen las mediciones de transparencia para RD?
Al analizar los índices de transparencia en República Dominicana es indudable que hay mucho trabajo pendiente. Sin embargo, creemos que más que con el Estado, tiene mucho que ver más con la sociedad. La falta de reglas claras encarece la economía. Los costos de la falta de instituciones, en protección, accidentes y en lo que sea son tremendamente altos.
¿Cuáles fallas son más costosas para la economía?
En este país hay graves fallas en materia de infraestructura energética, en transporte público y otras debilidades que hacen ineficiente el conjunto de la economía.
¿Qué importancia tiene la formación de capital humano en el desarrollo?
Lo lógico es que la población tenga unos niveles básicos de educación y de salud que le permitan incrementar su aporte productivo. Si hay algo que es decisivo, junto a las instituciones, es la calidad del capital humano. La gente, por el nivel educativo que tiene, ve muy poco de su realidad. Con un nivel más amplio habría más emprendedores. Por eso es que ponemos como ejemplo a Suecia, que hace 150 años dio el gran paso hacia el desarrollo, que fue cuando entendió la importancia de tener un capital humano con alto nivel.
¿Cómo ve usted los monopolios estatales?
Lo público es importante, pero tampoco debe haber monopolios estatales, pues se crearía ineficiencia y posibilidades de corrupción. Las experiencias público privada han sido muy eficientes en Suecia y Chile.
¿Cómo valora la transparencia como aporte al desarrollo?
Cuando se ven los índices internacionales de transparencia los países nórdicos siempre están entre los primeros lugares y Suecia, que es el caso que nos ocupa, está en tercer lugar. Es un lugar prácticamente sin corrupción. Es que la gente no se atreve porque el Estado no se atreve, pues la gente reacciona. Hay veces en que se cree que no hay corrupción porque hay un Estado que vigila; es al revés: hay una sociedad con unas reglas de conducta moral y ética que si siente corrupción reacciona inmediatamente. La sociedad no es perfecta, pero el dilema es qué hacer en sociedades que no tienen esa fuerza civil.
¿Por dónde comenzar las transformaciones?
Transformar la educación es un proceso muy largo. Hay que comenzar por la política, pues ahí tenemos el mecanismo más directo de acción. Por supuesto, ahí hay una tarea en la que el Estado debe dar un ejemplo. El Estado genera incentivos para la corrupción a través de las leyes fiscales y el mercado de trabajo. Si aquí en República Dominicana tres de cuatro empleos son informales es porque debe haber incentivos perversos para que eso suceda. Ahora bien, lo que hay que cambiar, más que el Estado, es la sociedad misma. Cuando la cambiamos para bien ahí tenemos una garantía muy importante. En Chile, por ejemplo, tú no te atreves a sobornar a un policía porque terminas en la cárcel. A nadie se le ocurre semejante cosa.
¿Son la falta de educación y la pobreza caldos de cultivo para el clientelismo?
Yo creo que no. Ahí hay una confusión. Sólo en ciertas circunstancias. La sociedad sueca fue muy pobre históricamente, pero con muy bajos niveles de corrupción. Hay un Estado que puede desarrollarse con poca o nada de corrupción, incluso con pobreza. El problema surge cuando ves un montón de oportunidades en la conducta corrupta. Puedes ser muy rico y tener mucha corrupción, pues hay sociedades muy ricas con mucha corrupción; o muy pobres con poca corrupción. A veces se le echa la culpa a la pobreza de un montón de cosas. Por supuesto, si abres caminos de corrupción y hay pobreza es más probable que se dispare la corrupción.
¿Qué relación hay entre pobreza y personas capacitadas?
La pobreza es limitante respecto del capital humano. Ahí hay un problema muy importante. Una sociedad de mucha pobreza no te permite invertir en capital humano. Si miramos a esta región se nota una falta de capital humano.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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