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Responsabilidad histórica Publicado en El Mercurio, 13.05.2023

Responsabilidad histórica

imagen autor Autor: Axel Kaiser

Se habla mucho de la «responsabilidad histórica» de Republicanos de cara al nuevo proceso constituyente. Y sí, Republicanos tiene una responsabilidad histórica que ni la centroizquierda ni la centroderecha cumplieron con sus electores, a saber, la de defender con claridad y sin complejos los principios e ideas que los llevaron a la posición en que se encuentran ahora. Pero la idea de que asumir la «responsabilidad histórica”» consiste en que Republicanos dialogue con la izquierda para llegar a acuerdos, aun cuando esto implique transar valores fundamentales, es absurda.

No se puede obviar el hecho de que la izquierda que entró al Consejo constituyente es extremista, populista y autoritaria y ya ha descalificado a republicanos como derecha «medieval», «populista», «extrema» y un largo etcétera. Todos estos son meros insultos sin fundamento, pues si hubo un proyecto extremo rayano en el totalitarismo fue el que presentó esa misma izquierda en la constitución rechazada el año pasado.

Lo cierto es que en el Consejo las fuerzas de derecha enfrentarán a un grupo de revolucionarios fanáticos, que promovieron un golpe de Estado en contra del presidente Piñera, que avalaron la destrucción de Chile y que continúan promoviendo la violencia y sembrando el odio de clases. Es cierto que esa izquierda totalitaria, que no tiene nada bueno que ofrecer a Chile, representa a un sector de la ciudadanía, pero eso no significa que haya que darle la razón en cuestiones de principios centrales para el orden social. En otras palabras, la izquierda que hoy entra al Consejo – salvo tal vez poquísimas excepciones de personas más conversables- no cree en la idea de constitución entendida como el conjunto de límites que se imponen al poder del Estado para que no aplaste los derechos individuales. Para ellos, la Constitución es un mecanismo servil a sus ansias de incrementar el poder estatal, politizar a la ciudadanía y socavar a la sociedad civil.

«No existe ninguna posibilidad de que la izquierda extrema llame a votar a favor de una Constitución redactada por las fuerzas de derecha que garantice principios de libertad y ya es previsible que se harán los marginados culpándolas de lo mismo que esta los culpó a ellos en la Convención pasada. Pero la diferencia es que Republicanos y Chile Seguro no quieren una Constitución antidemocrática que destruye el país. La izquierda sí».

No son, entonces, los Republicanos los que no creen en la nueva Constitución en una dimensión más profunda del debate, sino la izquierda, pues esta, en realidad, no quiere tener ninguna constitución en el sentido señalado, ya que de ese modo podrá extender sin límites el control que ella misma pretende ejercer sobre la vida de las personas. La centroderecha y derecha entonces deben abandonar de entrada la quimera ridícula de la «casa de todos» o fracasará estrepitosamente en su «responsabilidad histórica.” Y es que esta consiste, no en llegar al próximo gobierno, sino en asegurar que Chile sea un país con el mayor grado de libertad y seguridad posible por la mayor cantidad de tiempo posible. Por lo mismo no pueden someterse a bordes como el Estado Social de Derecho, concepto totalmente ajeno a la subsidiaridad que tan buenos resultados ha dado al país y que es de la esencia de un proyecto de derecha liberal. A menos, por su puesto, que el texto de la Constitución propuesta lo mantenga solo simbólicamente y luego se limite con todo tipo de normas que frenan la voracidad estatal, garantizan una economía de mercado y la participación de privados en todas las áreas de «derechos sociales».

El riesgo en ese caso será que la izquierda, en no mucho tiempo, y aunque se apruebe por dos tercios en un plebiscito de salida, tendrá el argumento perfecto para decir que la constitución es un engaño porque se declara «social de derecho», pero es subsidiaria y que la gente la aprobó porque cambiaba el paradigma cuando en realidad no lo hace. Será, entonces, otra «Constitución tramposa».Por lo mismo hay que entender desde ya que no existe ninguna posibilidad de que la izquierda extrema llame a votar a favor de una Constitución redactada por las fuerzas de derecha que garantice principios de libertad y ya es previsible que se harán los marginados culpándolas de lo mismo que esta los culpó a ellos en la Convención pasada. Pero la diferencia es que Republicanos y Chile Seguro no quieren una Constitución antidemocrática que destruye el país. La izquierda sí.

De este modo, la derecha que domina la Convención con dos tercios deberá hablar con las fuerzas de centroizquierda que están fuera de ella para intentar lograr que se apruebe una nueva Constitución que refleje su ideario. Y si no es posible ofrecerle al país una Constitución mejor que la actual, deberá llamar, sin ningún complejo y cumpliendo con su responsabilidad histórica, a votar rechazo una vez más.

Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.

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