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¿Y dónde está el piloto? Publicado en El Mercurio, 16.04.2022

¿Y dónde está el piloto?

Después de la denuncia de la Ministra Siches -de que Pudahuel era el triángulo de las Bermudas donde desaparecían aviones con venezolanos expulsados- y que el Presidente anunció que el avión de su gobierno despegó con turbulencias, me queda la idea que la metáfora aeronáutica la lleva. Al presidente Piñera le gustaba la cosa naviera con timones, velas y tormentas. Este gobierno prefiere la cosa aérea. Me parece apropiada porque quiere decir que en el gobierno empiezan a enterarse de que la ley de gravedad existe.

Un político debe tener una visión de un mundo mejor. Y si le hace buen marketing puede ser elegido. Pero esa visión si no tiene sustancia, ni equipos profesionales o medios idóneos para alcanzarla, no sirve para gobernar.

Sin crecimiento no hay progreso. Sin éste los problemas inevitables que existen en todas las sociedades explotan. Para que la inversión no siga planeando como una llave inglesa (nótese la metáfora aérea) es necesario que el gobierno se concentre en 3 temas: seguridad jurídica y personal, impuestos y el proceso constitucional.

Se dice que Nerón colgaba sus edictos bien alto en el Foro romano para que fueran difíciles de leer y así los transgredieran más fácilmente. Eso le permitía requisar los bienes de los infractores. A la legislación chilena la han transformado en un pantano indescifrable que resulta cada vez más difícil de entender y cumplir, lo que sólo empeorará si se aprueba la constitución. No ayudan por supuesto las decisiones erráticas e impredecibles de algunos jueces y autoridades, y la violencia que se enseñorea por Chile y amenaza a personas y empresas.

Los hombres aprenden con el ejemplo. Si en Ñuñoa el gobierno se las ingenia para cortarle las alas a una obra ya iniciada con todos sus permisos, el resto de los inversionistas toman nota. La minería mueve Chile y los últimos precedentes son muy malos. Los jueces de Valdivia se dieron un gustito con Mina Invierno alterando la carga de la prueba. Y sin siquiera visitar Isla Riesco y con una medida precautoria dejaron sin trabajo a 1700 personas y generaron pérdidas equivalentes a un año de gratuidad universitaria.

Por eso sugiero al gobierno que vea la película Pearl Harbor. Cuando los aviones tienen un vuelo difícil para una misión imposible, fíjense que no los sobrecargan sino que les alivianan el peso. En 20 años, los políticos subieron las contribuciones, el royalty minero y el IVA. También los impuestos personales y empresariales multiplicando así el tamaño del Estado por 10. El Estado no genera riqueza, sólo distribuye un poco y destruye mucha, como en Ñuñoa o Mina Invierno. Ahora no debe subir de nuevo los impuestos porque va a pagar los costos de menor crecimiento sin recaudar más.

El proceso constitucional tiene suspendida la inversión. Y si termina mal, el capital va a seguir volando a otras latitudes. Así como no se le puede pedir a un chancho que vuele, el Presidente tampoco debe sentarse a esperar que la Convención produzca una carta magna razonable. Por eso debe ponerse a trabajar al tiro en un plan B para que pilotee ese avión en vez de quedarse en tierra, porque la comisión de armonización no puede transformar una rana en princesa.

Los empresarios no amaron al presidente Lagos porque fuera muy simpático ni porque los ayudara sino porque entendió que sin ellos no hay progreso para todos. En la vida es mejor ser curioso que prejuicioso. Por eso Boric debiera juntarse con el empresariado y preguntarles qué pueden hacer juntos para retomar el progreso de Chile. A los empresarios y al Presidente les interesa y necesitan que el país despegue. Sus intereses no son divergentes.

Finalmente, debe proteger los tratados internacionales. Una de las ventajas competitivas que nos quedan son los tratados de libre comercio. Boric firmó Escazú y no el TPP 11. Mal. Todo lo bueno de Escazú ya lo tenía nuestra legislación y todo lo malo no, por buenas razones. Si Trump y Boric están en contra del TPP 11, el Presidente debe preguntarse quién está mal. El gobierno más que un despegue con turbulencias ha tenido un aterrizaje forzoso. Eso se debe en parte a la impericia de la tripulación y en parte a la deficiencia de la carta de navegación. Ambas pueden corregirse.

Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.

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