El riesgo de la memoria litúrgica
A propósito de los 51 años del quiebre de la democracia en Chile, el gobierno de Gabriel Boric ha impulsado […]
Publicado en La Segunda, 09.12.2020En búsqueda de las truchas farios y arcoiris que todavía sobreviven arriba del Mapocho me topé con un espectáculo ensordecedor. Además de los Litres y Molles que habían recuperado su verdor después de la eterna sequía que los había dejado rojos —angustiante nuevo experimento natural—, había eclosiones de chicharras por todos los cerros. Las farios festinaban en la superficie de los arroyos. Parados bajo un Quillay lleno de cigarras se hacía casi imposible conversar. Un grupiento nos dijo que este fenómeno ocurría cada 19 años. Yo me quedé callado, no me calzaba. Siempre las había visto, nunca tantas, pero siempre. Al otro día me puse a investigar y pillé un número de la Revista Chilena de Historia Natural del año 1929 donde Anastasio Pirion llamaba la atención sobre una eclosión similar en el valle del Marga-Marga. Jamás había visto un solo ejemplar en el valle, decía. Después especulaba que esa especie, la Tettigades Chilensis, podría tener las mismas costumbres que las cigarras de EE.UU. Esas efectivamente eclosionaban cada 17 años, pero no había claridad sobre el comportamiento de la especie chilena aún. Según me averigüé ahora, la chilena eclosiona cada dos o tres años, no es como la gringa, que, de hecho, acaba de eclosionar este 2020 en millones. Compasiva esta temporada entonces para los agricultores gringos con este otro bicho asomado. Año bendito.
"Supiera don Anastasio que hoy día los profesores andan opinando de cualquier cosa menos de educación o conocimiento"
Quizás qué explicación sacaron los estridentes pastores religiosos sobre estas plagas. Al menos allá no tuvieron estallide. La dimensión violenta de su versión fue frenada por sus políticos, menos pusilánimes que los nuestros, o quizás mayores, o ya casados, o simplemente maduros. Pirion cerraba su publicación con una humilde nota: «Ojalá se corra el velo de este misterio. A pesar de lo incompleto de estas notas, me he resuelto a publicarlas, gracias a la proverbial amabilidad del Dr. Carlos E. Porter que me ha ofrecido las páginas de su hermosa “Revista”». Firmaba como profesor de los SS.CC. Supiera don Anastasio que hoy día los profesores andan opinando de cualquier cosa menos de educación o conocimiento —especialmente Mario Aguilar, presidente de su gremio—, no pagan las cuotas mortuorias de sus colegiados —y opinan sobre AFP—, y no quieren volver a clases incluso celebrando inasistencias.
Además de chicharras en los cerros, en Santiago tuvimos una eclosión gigante de polillas. Se están colando por todas las casas y departamentos. Al menos hizo sentir la ciudad viva. La mezcla de lluvias y calor hizo que eclosionaran por millones. Nunca había visto zorzales cazando al vuelo. Acechan polillas desde los cables frente a los Tilos atestados de ellas. En los noventa le llamaban «políticos polilla» a los políticos adictos a las cámaras y al poco trabajo. Ahora con las redes sociales no sé cómo llamarán los adictos a videos de alocuciones demagógicas y de andar exigiendo virtud a desconocidos.
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