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Politizar hasta un pésame Publicada en El Líbero, 01.09.2023

Politizar hasta un pésame

imagen autor Autor: Juan Lagos

A la salida del velorio de Guillermo Teillier, el presidente Gabriel Boric ofreció un improvisado punto de prensa donde ensalzó la figura del líder comunista. En él, ante una confusa pregunta de una periodista (donde habló tanto de los cuestionamientos por haber decretado dos días de duelo nacional como de los avances en el Consejo Constitucional), el presidente prefirió hacer una declaración que poco y nada tenía que ver con lo consultado, diciendo que Teillier «Murió como un hombre digno, orgulloso de la vida que había vivido. Hay otros que mueren de manera cobarde para no enfrentar a la justicia. Ahí hay diferencias humanas». Haciendo alusión al suicidio de Hernán Soto Chacón, quien el lunes había sido condenado por los homicidios y secuestros de Víctor Jara y Littré Quiroga.

No es la primera vez que Gabriel Boric no es capaz de estar a la altura ante la muerte de un político relevante. No olvidemos que, en 2016, tras el fallecimiento del presidente Patricio Aylwin, el diputado Boric fue duramente criticado por participar en una marcha estudiantil que se realizó el mismo día de los funerales del exmandatario democratacristiano. «Los jóvenes van a tener que aprender a respetar los ritos republicanos» dijo en esa ocasión Mariana Aylwin, mensaje válido para los adolescentes que cursaban la enseñanza media en esa época, pero no para Boric, quien entonces tenía 30 años.

Que conste que mi crítica de ese entonces se limita a al poco compromiso republicano que tuvo Boric con un funeral de Estado siendo que era diputado de la República. Otros criticaron su columna ¿Quién define lo posible?, que publicó en The Clinic dos días después de la muerte de Aylwin, donde dijo, entre otras lindezas: «Si tuviera que definirlo en una sola palabra, diría que Aylwin fue un personaje contradictorio». Una vez en La Moneda y frente a la recién inaugurada estatua de Aylwin, a Boric no le quedó otra que desdecirse de su columna y no escatimar en elogios para el primer presidente del retorno a la democracia.

No es fácil evaluar a una figura política apenas muere y esta dificultad es todavía mayor cuando se trata de un adversario político porque dicha estimación no estará exenta de valoraciones negativas. Pero la verdad nos obliga a rebatir los exagerados elogios que suelen surgir de los partidarios del difunto. Por ejemplo, no son ciertas las afirmaciones de la diputada Karol Cariola cuando dijo que Teillier: «En todo momento optó por la democracia». Le pidió la renuncia a Sebastián Piñera en el 19 de octubre de 2019 y en 2020 llamó junto con su partido a rodear la Convención Constitucional. Tolstoi decía que los elogios exagerados a los muertos son nocivos porque «atenúan en la mente de las personas la diferencia entre el bien y el mal». Con prudencia y elegancia estamos obligados a matizarlos.

«La politización de los momentos de duelo y la instrumentalización de las muertes de figuras políticas revela una tendencia preocupante en el ámbito público».

Pero en el caso de Guillermo Teillier el presidente Boric no tenía esa dificultad: el exjerarca del Partido Comunista chileno era su aliado y a nadie debería sorprenderle un mensaje encomiástico de parte del presidente. Sin embargo, no conforme con ello, decidió valerse del suicidio para ensalzar aun más a Guillermo Teillier. No le bastó con la condena que las instituciones dictaron en contra de Hernán Chacón, era necesario mentar su trágico desenlace para mayor gloria del líder comunista y de la superioridad moral de los suyos que se manifiesta incluso en la forma de partir de este mundo.

No se trata de un mero desatino del presidente. Para la extrema izquierda la muerte es una cuestión política y no hace falta haber cometido un crimen para hacerse merecedor del menosprecio estando muerto. El caso de la muerte de Jaime Guzmán es un ejemplo nítido de dicha insensibilidad, que ha llevado a la diputada comunista, Maricela Santibáñez a decir: «bien muerto el perro» o al mismo Gabriel Boric a exhibir una polera con la imagen del exsenador gremialista baleado.

En conclusión, la politización de los momentos de duelo y la instrumentalización de las muertes de figuras políticas revela una tendencia preocupante en el ámbito público. El incidente en torno a las declaraciones del presidente Boric tras el fallecimiento de Guillermo Teillier pone de manifiesto cómo la retórica política puede eclipsar la oportunidad de reflexionar sobre la vida y legado de una persona, independientemente de su afiliación política. En lugar de honrar la memoria de aquellos que nos dejan, estas actitudes contribuyen a una polarización creciente y a la degradación del discurso público. Es imperativo recordar que, incluso en la esfera política, la empatía y el respeto hacia la dignidad humana deben prevalecer sobre la retórica partidista. El compromiso con un diálogo constructivo y respetuoso es esencial para preservar nuestra convivencia.

Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.

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