El delirio institucional del feminismo de género
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Publicado en Radio Agricultura, 13.12.2023Michelle Bachelet se ha erigido como una de las representantes de la posición «En contra» de la propuesta para una nueva Constitución, participando en la franja electoral y firmando una carta a El Mercurio, donde expresa sus razones, como mujer, para apoyar el «En contra».
Esta carta, en específico, comienza refiriéndose al «A favor» como el «sector que históricamente le ha dado la espalda a las mujeres». No queda muy claro a qué se refiere con dicho «sector», dado que no puede ser la derecha chilena, porque existen figuras líderes del centro izquierda que apoyan el «A favor», como Ximena Rincón. De ser así, cualquier lector medianamente serio se daría cuenta que esto no es cierto, dado que el avance en los derechos políticos y civiles de la mujer es un logro transversal de la sociedad chilena. Basta con nombrar el caso del conservador Abdón Cifuentes, figura clave para el avance del voto femenino.
«Al enfatizar peligros inexistentes, como la supuesta degradación de derechos de la mujer en el nuevo texto constitucional, Bachelet no solo desinforma, sino que también desvía la atención de los verdaderos temas en discusión».
Ahora bien, tanto en su adhesión a dicha carta como a su participación en la franja televisiva, Bachelet insiste en argumentar de forma bastante insidiosa y poco sincera, ya sea porque aglomera, erradamente, al «A favor» como la derecha chilena o por mentir sobre los efectos políticos de la propuesta. Para ello se hace de su figura feminista y de self made woman para consagrarse como el ejemplo de la mujer actual, sufriente de múltiples injusticias estructurales.
Para ello insiste, hasta el cansancio, en atacar el proyecto por hacer retroceder el aborto en tres causales y acusar que principios (claves de la democracia) como la objeción de consciencia, pueden impedir que mujeres compren la píldora del día después o que madres solteras elijan donde educar a sus hijos. Nada de lo anterior es cierto, y como han explicado múltiples expertos la madre no está obligada a tener a su hijo (permitiendo el aborto en tres causales) pero no puede ejercer el aborto libre. En segundo lugar, y respecto a la objeción de consciencia, la exmandataria nuevamente confunde lo que limita la Carta Fundamental y lo que establece la ley.
En resumen, atacan el proyecto en nombre de las mujeres por defender que este retrasa los derechos conseguidos por las chilenas, por perpetuar la brecha salarial (ya que, según ellas, el no establecer una igualdad salarial genera desigualdad de género, siendo que la realidad demuestra que la brecha salarial, mayoritariamente, se explica por desigualdad de elección), entre otras cosas. Sin embargo, no dicen, en nombre de las mujeres, como el proyecto si establece normativas claras contra la delincuencia (cuyas mayores víctimas son las mujeres); como defiende la igualdad sustantiva y ante la ley, y como sí defiende a las madres de una coparentalidad irresponsable.
Nada de esto parecieran ser temas relevantes para ellas, y es posible que su silencio explique su ausencia en la audiencia por la pensión alimenticia de sus nietos, que su hijo no se ha dignado a cumplir. Nuevamente, sus discursos dicen destinarse por y para las mujeres, pero en términos de políticas reales y eficientes lo primero que olvidan es a sus compatriotas, víctimas de una falsa sororidad. Así, nuevamente el feminismo hegemónico se desinteresa por los problemas reales de las mujeres y se niegan a diseñar cambios efectivos que resuelvan los verdaderos problemas de muchas chilenas, por el contrario, insisten en defender narrativas ideológicas que al día de hoy, no gozan de fundamento alguno.
Al enfatizar peligros inexistentes, como la supuesta degradación de derechos de la mujer en el nuevo texto constitucional, Bachelet no solo desinforma, sino que también desvía la atención de los verdaderos temas en discusión. Este enfoque, lejos de enriquecer el debate, lo empobrece, reduciendo la oportunidad de un análisis serio y fundamentado sobre los cambios propuestos. En última instancia, su discurso refleja una aproximación política que, lejos de buscar un consenso constructivo, parece más interesada en mantener divisiones ideológicas, perdiendo así una valiosa oportunidad para abordar los desafíos reales que enfrenta la sociedad chilena.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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