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ONU, PNUD e ideología Publicada en El Mercurio, 26.08.2024

ONU, PNUD e ideología

La ONU, desde el PNUD, acaba de publicar su nuevo Informe de Desarrollo Humano que está siendo muy comentado. Se titula «¿Por qué nos cuesta cambiar?». Sobre él se pueden decir muchas cosas, pero, dado el espacio, creo que es importante destacar algunos puntos.

«En fin, este es un informe que defiende la alterada retórica de las "transformaciones necesarias". Esas transformaciones las quieren sus autores —¿y el PNUD?—, pero hay muchos otros "expertos", y la mayoría de los chilenos, que no las quieren, como quedó estipulado con el rechazo a la propuesta de la Convención Constitucional».

El informe ilustra en una sección nuestros cambios demográficos, por lo que comenta diversas variables desde 1990 en adelante. Sin embargo, al analizar la inmigración, sorpresivamente, se refiere a ella solo desde 2018 en adelante, con la excepción de unos comentarios sobre inmigrantes peruanos durante fines de los 90. Así, destaca el aumento de la inmigración irregular desde siete mil personas ese año a más de 100 mil en 2022.

Los autores recalcan, además, el aumento de un 25% en nuestra población de inmigrantes, pasando de ser alrededor de 1.300.000 a más de 1.600.000 en 2022.

Es evidente, sin embargo, que para ilustrar el impacto demográfico que ha tenido la inmigración en Chile, se debería partir por decir que en los 90 era prácticamente nula —y más aún si lo que se está analizando son las diferentes variables desde 1990—. Por eso habría sido ilustrador agregar que desde 1992 la inmigración ha aumentado 1.400% y que los inmigrantes pasaron de representar desde un 0,8% de la población a un 8,2% el día de hoy. Esto último, además, se ha acelerado desde 2013 —y no desde 2018—, ya que pasó desde el 2% al 7% en 2018. Estas omisiones tienen su clímax después, cuando el informe comenta el déficit habitacional y existencia de campamentos. En este tema no hay una sola palabra a la inmigración, cuando es evidente que ella es una de las principales causas de la crisis actual, como afirman los expertos hasta del Hogar de Cristo.

Al analizar otros cambios y las «deudas» que tenemos como país, el informe hace análisis con premisas subterráneas que consideran, por ejemplo, como exitosas y necesarias las políticas de gratuidad en educación superior y la desaparición de los colegios emblemáticos.

Sobre el modelo de desarrollo, los autores fantasean con la idea de que Chile habría seguido una supuesta «tendencia global de bajo crecimiento» desde el vago punto de referencia de «la década del 2010». La realidad es que nuestro país empezó a perder dinamismo desde 2014 en adelante y fue superado además por varios países comparables.

Los autores lanzan frases grandilocuentes, como que «la élite tiende a mantener su dominio a lo largo de generaciones a través de sus recursos económicos» y que las otras clases «tienen oportunidades limitadas de ascenso social», pero se les olvida citar estudios más sistemáticos que muestran que Chile es el país con mayor movilidad social de la OCDE o que la mayoría de los grupos económicos de Chile son nuevos y no los mismos que existían en los 70, justamente porque Chile se abrió, se hizo competitivo y la élite se hizo más permeable.

El informe destaca también la falta de productividad e innovación en nuestra economía, pero no habla una sola palabra de sus causas, como lo son el desastre educacional, la desaparición del Estado de Derecho y la necesidad de mayor competencia y agilización de la burocracia. Habla, eso sí, del «extractivismo» y de nuestra vergonzosa «canasta de exportaciones» que tendría «poco valor agregado». Por poco atacan al TPP y reclaman la urgencia de las side letters.

En fin, este es un informe que defiende, y tiene como base, la alterada retórica de las «transformaciones necesarias». Esas transformaciones las quieren sus autores —¿y el PNUD?—, pero hay muchos otros «expertos», y la mayoría de los chilenos, que no las quieren, como quedó estipulado con el rechazo a la propuesta de la Convención Constitucional.

Los autores fundan esa «necesidad» simplemente en sus ideas y, luego, en que los chilenos las querrían —aunque graduales— porque los «grupos focales» manifiestan en su mayoría una «preferencia por cambios». Pero sus preguntas no explicitan qué tipo de cambio quieren, y su gran argumento es que las personas querrían que las cosas «no sean como antes, ni como son ahora», porque quieren que en Chile exista «más seguridad», «mejor educación», «mejor salud» y puras otras obviedades, que, en el fondo, obvio, todos las queremos.

Este informe ilumina sesgadamente a cualquier persona que quiera hacerse una idea de Chile y solo alimentará a la ola de opinión publica que lleva años deslegitimando las recomendaciones de la ONU y el PNUD. Sostener que este es un informe descriptivo o que no tiene una agenda política muy izquierdista es algo lamentablemente indefendible.

Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.

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