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Nobel de Economía 2024: un Nobel para la economía política y las instituciones Publicado en El Líbero, 16.10.2024

Nobel de Economía 2024: un Nobel para la economía política y las instituciones

Publicado por Pablo Paniagua y Emiliano Toni

Los flamantes ganadores del Premio Nobel de Economía 2024Daron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson (abreviados como AJR), fueron reconocidos por «sus estudios sobre cómo las instituciones se forman y como estas afectan la prosperidad de las naciones». Al igual que el año pasado con el Nobel a Claudia Goldin, este año el Premio Nobel no fue ninguna sorpresa -Daron Acemoglu es hoy el segundo economista vivo más citado. En su punto más esencial este Premio Nobel es una buena noticia para todos aquellos interesados en la «Economía Política moderna»; es decir en aquella rama multidisciplinaria de la economía que está en la intersección entre la economía formal, la ciencia política y el análisis empírico de las instituciones.

«La única forma en la cual Chile puede superar su estado de fracaso actual y poder escapar de una posible segunda "década perdida", es que se realicen reformas institucionales de peso para poder mejorar nuestras instituciones económicas y políticas».

El trabajo de AJR, en su esencia, sigue los pasos trazados por Adam Smith casi 300 años atrás al poner foco en una de las grandes preguntas de nuestra disciplina: ¿Por qué algunas naciones son ricas y prosperas y otras no?; de esta manera, estos tres economistas siguen además las ideas de otros Premios Nobel como Douglas North (1993) al poner foco en la siguiente interrogante: ¿Cómo las instituciones políticas determinan la riqueza de las naciones? Esto plantea inmediatamente una pregunta complementaria: ¿Qué es lo que da forma a dichas instituciones en el tiempo? Así, la gran contribución de estos autores no reside en las preguntas formuladas, ni por las respuestas dadas (nada muy nuevo aquí que Douglas North no haya dicho), sino que en el uso de herramientas empíricas y teóricas modernas y novedosas para tratar de responder a dichas viejas interrogantes.   

Los dos papers que están en el corazón de la motivación para otorgarles el Nobel son: AJR (2001) «The colonial origins of comparative development: An empirical investigation», y el paper AJR (2002) «Reversal of fortune: Geography and institutions in the making of the modern world income distribution». En dichos artículos AJR utilizaron la experiencia colonial como un «experimento natural» para estudiar cómo las instituciones afectan la prosperidad de las naciones en el largo plazo. Su argumento es que las distintas «estrategias coloniales» (inclusivas versus extractivas) tuvieron efectos duraderos en la calidad de las instituciones de los países colonizados, lo que afectó significativamente los resultados económicos. AJR utilizaron estrategias empíricas novedosas y variables indirectas (proxy variables) para intentar establecer una relación causal entre las instituciones y los resultados económicos de largo plazo.

AJR (2001) descubrieron que en los lugares donde los colonos europeos se enfrentaban a altas tasas de mortalidad debido a la malaria y otras enfermedades, estos creaban instituciones extractivas diseñadas para explotar rápidamente y transferir recursos de vuelta a Europa. En cambio, donde la mortalidad era baja y las condiciones eran más favorables, los colonos establecieron instituciones inclusivas que reproducían las instituciones europeas -es decir, establecían instituciones propias de las democracias liberales, tales como comercio libre, intercambio en mercados amplios, la defensa y protección de la propiedad privada, igualdad de trato, derechos de propiedad más sustanciales y fuertes controles del poder gubernamental, entre otras. Y, lo que es más importante, AJR (2001) sostienen que los efectos de dichas decisiones institucionales realizadas siglos atrás persistieron por mucho tiempo, incluso después de la independencia.

En su artículo «Reversal of fortune» (AJR 2002) documentan un patrón de desarrollo sorprendente: entre las antiguas colonias, aquellos lugares que eran relativamente ricos en el 1500 son ahora relativamente pobres, y viceversa; ¿Cómo es posible explicar esto a través de la geografía, si la geografía de estos países no ha cambiado en los últimos 500 años? La respuesta claramente tiene que ser las diferencias en las instituciones. Esta «inversión de la suerte» contradice entonces la visión de aquellos que creen que son los factores geográficos o religiosos (a lo Max Weber) los que explican el progreso o retroceso de las naciones. En su lugar, AJR sostienen que fueron los cambios institucionales hacia «instituciones inclusivas» los que explican el progreso de las naciones como Australia, Estados Unidos, etc. Es decir, los europeos eran más propensos a establecer instituciones extractivas en zonas inicialmente ya prósperas y densamente pobladas; mientras que, en aquellas zonas pobres y menos pobladas, se veían incentivados a establecer instituciones inclusivas para poder generar riqueza.

En síntesis, AJR obtuvieron el Nobel por tres motivos: 1) por utilizar experimentos naturales y métodos empíricos cuasi-causales para estudiar grandes preguntas económicas, 2) Destacar empíricamente la importancia y el papel central de las instituciones en el desarrollo económico por sobre otros factores como el geográfico y 3) el uso de modelos formales para explicar los cambios institucionales y su persistencia.

Quizás el mejor artículo que resume las ideas de estos autores es AJR (2004): «Institutions as the fundamental cause of long-run growth». Estas contribuciones han influido en la forma de pensar de los economistas hoy sobre la prosperidad en el largo plazo y el rol de las instituciones políticas para bien o para mal. Sus trabajos han contribuido a volver a poner en relevancia el rol de la economía política, la historia económica y las instituciones políticas en el mainstream de las ciencias sociales.

Las posibilidades de progreso y Chile

Las investigaciones de AJR han sido cruciales para entender las diferencias económicas entre países prósperos y pobres, destacando que las instituciones inclusivas fomentan el crecimiento a largo plazo, mientras que las instituciones extractivas generan desigualdad y estancamiento. Es importante señalar que para AJR las «instituciones inclusivas» son básicamente las clásicas instituciones que forman el corazón de las democracias liberales de libre mercado, o aquellas que Douglas North llamaba «open access orders»: instituciones que buscan beneficiar a la gran mayoría de la población a través de juegos de suma positiva y de otorgarles igualdad de derecho, oportunidades y trato. Es decir, instituciones como: derechos de propiedad formales (bien definidos, estables y hechos respetar por un Estado de Derecho), economías de libre mercado abiertas y competitivas que promueven la igualdad de oportunidades y la movilidad social, y, finalmente, formas liberales de democracia representativa que limiten el poder de los gobernantes. 

De hecho, un ejemplo concreto del libro de AR (2012) Por qué fracasan los países, para iluminar esta diferencia entre «instituciones inclusivas» versus «instituciones extractivas», es la diferencia entre Corea del Norte y Corea del Sur. Gracias a sus diferentes instituciones, como el Estado de Derecho, gobierno limitado, derechos de propiedad privada, economía abierta y capitalistas, etc., Corea del Sur tiene mucho más éxito que Corea del Norte, cuyos dirigentes han creado instituciones socialistas extractivas que se enriquecen a costa de la población.

Según AJR: «Las instituciones económicas inclusivas, como las de Corea del Sur y Estados Unidos, son aquellas que permiten y fomentan la participación de la gran masa de la población en actividades económicas que aprovechan al máximo sus talentos y capacidades y que permiten a los individuos tomar las decisiones que desean. Para ser inclusivas, las instituciones económicas deben contar con una propiedad privada segura, un sistema jurídico imparcial y una prestación de servicios públicos que ofrezca unas condiciones equitativas en las que las personas puedan intercambiar y contratar».

Cabe señalar que Corea del Sur y Estados Unidos -países señalados por AR como claros ejemplos de instituciones inclusivas- son de las economías más capitalistas del mundo, ya que siempre están en los top-20 de las «economías de más libre mercado» y, de esta forma, son de las economías que han generado más riqueza y prosperidad. Es decir, las «instituciones inclusivas» de los flamantes Premios Nobel de este año son las mismas instituciones que liberales como Adam Smith, Douglas North y los Padres Fundadores de Estados Unidos, entre otros, han siempre buscado promover para sacar a los países de la miseria. La única forma en la cual los países pueden ser ricos en el largo plazo es fomentando dicho tipo de instituciones que poseen Corea del Sur y Estados Unidos -paradojal y precisamente las instituciones inclusivas (como la propiedad privada segura y un sistema jurídico imparcial) que alrededor de un 38% de los chilenos quería demoler al votar «apruebo» al texto de la nueva Constitución que redactó la primera Convención Constitucional. ¡Pareciera como si en Chile nadie hubiese leído o entendido el mensaje de Acemoglu y Robinson!

La relevancia de este enfoque entonces para Chile es significativa. En los últimos años, Chile ha experimentado volatilidades institucionales (y constitucionales) que han impactado su estabilidad económica en manera profunda. El país, que alguna vez fue un modelo de crecimiento durante 1984-2014 (los vilipendiados treinta años), hoy enfrenta serios problemas estructurales que no le han permitido escapar de la trampa de los ingresos medios. En este contexto, el trabajo de los Premios Nobeles proporciona una base teórica para comprender cómo la implementación de reformas institucionales puede generar (o no) un crecimiento sostenible y evitar el estancamiento económico que el país está experimentando.

A pesar de haber sido considerado un modelo de crecimiento, Chile ha experimentado un proceso de fracaso o descomposición institucional durante 2014-2024, vinculado, en gran medida, a problemas en sus instituciones políticas y económicas tal como predice el marco teórico de AJR.

Durante las últimas décadas, Chile había disfrutado de un crecimiento rápido, impulsado por un marco institucional «inclusivo» que promovía la estabilidad jurídica, la imparcialidad de trato, certeza de los derechos de propiedad y la apertura de mercados. Sin embargo, durante el periodo 2014-2024, este crecimiento ha disminuido drásticamente debido a una combinación de factores, como la fragmentación política (debido a una mala reforma electoral del 2014), reformas dañinas a la economía (como la reforma tributaria del 2014), inestabilidad social a través de violencia y un serio cuestionamiento al Estado de Derecho, y el aumento de regulaciones que han aumentado la incertidumbre de los derechos de propiedad y ralentizado la inversión y disminuido la confianza​. En simple, la élite política chilena se ha convertido en cada vez más extractiva, creando en el país un sistema enemigo del liberalismo económico y social, en donde esta se ha enriquecido como nadie a expensas del resto (por ejemplo, en esta última década el gasto en personal del Estado aumento en un 50% en una década).

Un ejercicio intelectual breve nos ayudaría a encausar este argumento a la luz de las ideas de los Premios Nobel de este año: si pensamos sobre los grandes cambios institucionales a lo AJR, ¿cuántas reformas (significativas) pro-crecimiento e inclusivas han sido impulsadas en los últimos 10 años? La respuesta es sencilla, ninguna. Por otro lado, aquellas fuertemente redistributivas, extractivas y segregadoras vienen de forma casi automática a nuestra memoria -basta con ver el proyecto del nuevo sistema de financiamiento universitario para dar cuenta de esto. Además, los largos e impredecibles tiempos para la aprobación de proyectos, la ineficiencia judicial y la falta de seguridad sobre los derechos de propiedad han contribuido a un colapso en la libertad económica, erosionando así los cimientos institucionales que alguna vez impulsaron nuestras «instituciones económicas inclusivas»​. Dicho de otra forma, si AJR tienen razón respecto a la importancia de las «instituciones inclusivas» en generar progreso, entonces Chile ha hecho precisamente lo contrario ya que ha desmontado poco a poco sus reglas inclusivas a través de un sinfín de reformas mal diseñadas, engorrosas y políticamente extractivas.

La única forma en la cual Chile puede superar su estado de fracaso actual y poder escapar de una posible segunda «década perdida», es que se realicen reformas institucionales de peso para poder mejorar nuestras instituciones económicas y políticas haciéndolas «más inclusivas» y parecidas a aquellas de Australia, Corea del Sur, etc.; y así poder reparar todo el «daño institucional» que el país ha sufrido durante esta última década. Para superar este estancamiento, Chile necesita urgente avanzar hacia un marco institucional más aislado de la arbitrariedad y de la depredación política, que entregue estabilidad y predictibilidad y dinamismo económico. Esperemos que algún día las ideas de Acemoglu, Johnson y Robinson puedan hacer eco en los pasillos de La Moneda. 

Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.

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