La política no deja de ser un oficio —que toma tiempo aprender— y los líderes no crecen en los árboles. Frente a una revolución acéfala como la que vivimos desde octubre ¿de dónde saldrán las tan deseadas caras nuevas? No nos queda más remedio que asumir que, sea cual sea el resultado de abril, seguiremos arando con los bueyes de siempre.
En el escenario de la Quinta Vergara no nos jugamos nada importante más allá de algún buen o mal rato que nos brinde un artista por querer hacer alguna reivindicación política que —por regla general— les sale pésimo porque la impostura es tan evidente que contrasta de forma burda con la espontaneidad de su arte.
Poco se ha comentado sobre lo sucedido hace algunos días en Escuela Militar y el enfrentamiento de grupos extremistas en el contexto del debate constituyente. La diferencia es que ahora otro protagonista hizo irrupción directa e identificable: la extrema derecha.
Marzo viene cargado. No precisamente de lluvia, sino que de una agenda de movilizaciones y dogmatismo. Todo lo iniciará el “súper lunes”, el lunes 2 de marzo será una verdadera prueba de fuego. Consecuentemente, una marcha por el medioambiente el 5, la huelga general feminista del 8M, gran movilización mapuche el 20 del mismo mes, marcha nacional por la vivienda el 23. Para el 29 está programado el día del joven combatiente, y el 31 de marzo cierra el mes el movimiento No+AFP. Con aire de mesianismo, las distintas organizaciones ya vaticinan traer la verdad revelada del pueblo a la sociedad chilena
El Transantiago –junto a los tristes casos de violación de menores ocurridos bajo la tutela del Sename— son los dos casos de fracasos y fallas del Estado más dramáticos en los últimos 40 años.
Más que marcar una identidad, este movimiento ha generado una excesiva demostración de un supuesto virtuosismo. No es Bachelet versus Piñera, o parrianos versus nerudianos. Es bondad versus maldad. Yo soy bueno, formo un partido de gente pura, y el resto son los malos, los políticos y los empresarios. Yo soy bueno, voto apruebo, y el resto son malvados, los que van por el rechazo.
– Desde un tiempo a esta parte, precisamente de octubre a la fecha, el país se ha sumido en una espiral de problemas, incertidumbre e incógnitas.Particularmente, el grupo del país que más ha sido afectado es la clase media y que, prácticamente, hace suponer la magnitud de la afección.
La descentralización ha vuelto a resonar en razón de que, desde La Moneda, presentarán una ley corta con la cual producir modificaciones al actual diseño de los gobernadores regionales.
¿Por qué el país más exitoso de América Latina ha sufrido violentas y destructivas manifestaciones? “El problema no es la desigualdad”, dice Axel Kaiser en la reunión anual de la Álamos Alliance del 14-15 de febrero. “El problema es la narrativa”.
La expansión del coronavirus es una prueba para la conectividad mundial y una amenaza para la imagen del régimen chino.
Puesto en simple, podemos aumentar el impuesto a la herencia todo lo que queramos y el Estado puede recaudar millones, pero esto no serviría para mejorar la calidad de vida y la dignidad de nuestros ciudadanos si al final estos recursos se despilfarran y se dilapidan en procesos burocráticos y de “goteo” del aparato público típicos de nuestra política.
Ambas “Convenciones Constituyentes” serán constituidas por individuos falibles y normales que poseen tanto incentivos personales, como incentivos grupales. Dicho en simple, los asambleístas son individuos comunes y corrientes que —a ratos— velan por sus intereses personales —y en otros— por sus intereses colectivos.
El malvado 'neoliberalismo' es realmente la fuerza que democratiza la riqueza. Solo entre 1990 y 2015 el ingreso del 25% más pobre creció un 439% versus un 208% para el 25% más rico. En otras palabras, el denostado 'neoliberalismo' benefició a los más pobres más del doble que a los de mayores ingresos.
En Concepción existe una obsesión: limitar las construcciones en altura. Si el proyecto impulsado por el alcalde Álvaro Ortiz (DC) prospera, se encarecerá el suelo del centro de la ciudad, haciéndose exclusivo para la élite de la población. Por tanto, trasladando más personas a la periferia, teniendo que asumir costos mayores en tiempo y recursos en traslados. Empeorando así la calidad de vida penquista.
Ante el riesgo que enfrenta el principio de subsidiariedad en el debate constitucional, deberíamos concentrarnos en las corrientes intelectuales que lo promueven y defienden.
Como si en el último tiempo vivir en nuestro país no se estuviera volviendo menos llevadero desde el Frente Amplio y el Partido Comunista no encontraron mejor cosa que ponerle pegas al morir con un proyecto de ley que establece un límite a la herencia en cuatro mil millones de pesos.
La real y valorable manera de condenar la violencia, entonces, no es hacerlo explícitamente, sino que no apoyarla implícitamente. Y ese es el apoyo que todos los políticos y líderes han dado, siguen dando y no dejarán de dar.
La crisis política que atraviesa el país ha dejado al desnudo instituciones, a la clase política de manera transversal y también al Estado. Este último es un interesante actor en la ecuación y que merece ser visto con lupa en sus funciones, gasto y composición.
¿Preferimos ser gobernados por reglas o por personas? La historia nos ha mostrado que es preferible ser gobernados por reglas, evitando así los posibles excesos y arbitrariedades de las personas que nos gobiernan. De este modo, la Constitución tiene como fin primordial establecer límites al poder político.
Estamos frente a un vacío de liderazgo y representación que tiende a ser llenado por una gran diversidad de nuevos actores sin mucha más legitimidad que el no pertenecer a la élite (o al menos así tratan muchos de hacernos creer) y ser capaces de hacerse escuchar mediante la fuerza, y en muchos casos la violencia con que irrumpen en el espacio público alterando la normalidad.
«La libertad no se pierde por
quienes se esmeran en atacarla, sino por quienes
no son capaces de defenderla»