Probablemente Alexis entiende mucho mejor que para favorecer el desarrollo de oportunidades es necesaria una política que favorezca la gobernabilidad y la divergencia democrática.
Lo peor que podemos hacer es confiarnos de que el peligro ya pasó y que no queda muchísimo trabajo por delante. Si nos damos por ganadores hoy y nos relajamos, estaremos nuevamente en cuatro años más rezando por evitar el desastre y, en esa oportunidad, tal vez sí terminemos totalmente perdidos.
Piñera puede ser el nuevo jugador, pero la cancha en la que juega es la que dibujó Bachelet.
Claridad, audacia y transparencia son tres direcciones en que avanzar. Pero hay un asunto más: como mostró el Frente Amplio, no se puede esperar a que los adversarios cedan el poder para tomarlo. Se requiere determinación en el objetivo, algo que la nueva derecha deberá entender, para poder disputar realmente el mapa del poder palo a palo con el rival.
"Bertrand Russell dijo que había ciertos deseos que son cruciales para la política: codicia, rivalidad, vanidad y amor al poder".
"La idea de meter la mano planteada por Alejandro Guillier se basa en la concepción del Estado como un ogro filantrópico que es dueño de las personas y del producto de su trabajo, y por tanto tiene la facultad de confiscarles su propiedad y disponer de ésta cuando se le ocurra y para los fines que determine."
Surge la duda ¿desde qué principios están hablando de justicia nuestros actuales candidatos, políticos y asesores? El debate está abierto.
El talento de la DC durante esos años, entonces, fue articular una fragmentación y canalizar una frustración a la sombra de Frei, «un gran articulador de esta estrategia apostólica.
No se puede tener populismo estatista y los beneficios del capitalismo competitivo al mismo tiempo, por mucho que los electores lo deseen
Cuál es el horizonte político que mueve al Frente Amplio, La Nueva Mayoría o Chile Vamos. No está claro, para nada. Sin duda, se ha iniciado un giro radical de la escena política chilena cuyos clivajes no están del todo claros. La tensión entre partidos emergentes y partidos tradicionales se mezcla con la tensión entre lo refundacional que reniega del progreso logrado y lo reformista que pareciera conformarse con lo hecho.
La vieja izquierda se equivoca al ningunear hoy al centro para conseguir los votos de la nueva izquierda.
Nuestro pueblo no es mayoritariamente de derecha ni de izquierda, sino de centro o indiferente a la cuestión política. Se trata de una gran mayoría desideologizada, ecléctica y pragmática, que quiere un poco de allá y un poco de acá, un mix de tradición y modernidad, Estado y mercado, continuidad y cambio.
El FA envejecerá mal, porque no tiene ideas nuevas, las que tiene no funcionan, y no entienden la causa, origen y fragilidad del progreso.
La hegemonía cultural está en manos de la izquierda
La banalización de la política hace que de a poco vayamos prefiriendo candidatos sólo porque “dicen la verdad”, y no porque articulan una visión de país.
El Frente Amplio debe matar a la nueva Mayoría si quiere llegar al poder en cuatro años.
Lo importante en la política no es quienes gobiernan sino que instituciones nos protegen de potenciales malos gobiernos.
Acusar a alguien de «poco liberal» por calificar a una práctica antigua como retrógrada es no querer argumentar el fondo.
El crecimiento es, sin duda, la variable principal de la gestión de un gobierno. Pero las angustias de la gente no se terminan con el desarrollo. Un buen programa de gobierno deberá siempre equilibrar la búsqueda del crecimiento económico con otras demandas del desarrollo humano.
La impunidad es vergonzosa, no ayuda a la causa mapuche, no prestigia al Gobierno y perjudica la causa de la justicia.
«La libertad no es un regalo de Dios,
sino una conquista humana.»