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Carta a un amigo piñerista Publicado en Emol, 11.03.2022

Carta a un amigo piñerista

imagen autor Autor: Juan Lagos

Carta a un amigo piñerista

(o cómo defender el legado de Sebastián Piñera sin hacer el ridículo)

Querido amigo:

Por medio de esta carta cumplo con lo que te prometí aquella tarde donde discutimos de forma tan áspera sobre la figura de Sebastián Piñera. Todavía me cuesta creer que tengamos una visión tan distinta del referido siendo que pensamos tan parecido. Obviamente, mucho más importante que esta diferencia es nuestra amistad y, por eso, no me queda más remedio que aceptar tu misión de defender el legado del presidente saliente.

Pensándolo bien, hay gente que dedica su carrera política a cosas peores. Sin embargo, sea cual sea nuestro cometido en ella, no debemos olvidar la manida frase de Tarradellas que usan todos los políticos españoles cuando quieren amonestar a un contrario: “en política se puede hacer todo, menos el ridículo”. Por lo tanto, y por el cariño que te prodigo, creo que deberías sacar de tu argumentario piñerista los siguientes comentarios:

Primero, te recomiendo evitar el latiguillo: “es fácil criticar desde fuera” que soltabas cada vez que alguno osaba a hablar mal del presidente en tu presencia. Recuerda que somos los que “estamos afuera” quienes pagamos los pingües sueldos de los que “están adentro” y la servicialidad del Estado es un principio todavía vigente en nuestra Constitución (aunque no sé por cuánto tiempo más). Además, no olvides que el piñerismo también criticó “desde fuera” al Gobierno de la presidenta Bachelet con merecida dureza a través de Avanza Chile. Visitar la página de dicho think tank es como ir a Fantasilandia para un antipiñerista; abundan las columnas categóricas e implacables contra Bachelet de Isabel Pla, Gonzalo Blumel, Andrés Chadwick o Cristián Larroulet, muchas de las cuales son tan ciertas que perfectamente podrían haberse escrito en contra de ellos.

Otro argumento que te he escuchado a menudo es que a Sebastián Piñera “no le quedó otra que entregar la Constitución”. Más allá de si esto es cierto o no, te aviso desde ya que es incompatible con otra de tus frases para el bronce: “Piñera tiene el mérito de abrir el proceso constituyente”. ¡¿En qué quedamos, querido amigo?! Estamos de acuerdo en que nadie puede ser censurado por aquello a lo que fue forzado —cosa que pretendes demostrar cuando dices lo primero—, pero por esta misma razón tampoco puede ser aprobado. Si quieres que tu relato sea serio y honesto, tendrás que decidir entre estos dos enunciados y hablaría muy mal de ti si los usas dependiendo de la ocasión.

He dejado para el final mi excusa favorita: “Piñera tenía minoría en el Congreso”. Es evidente que esto fue así y que Sebastián Piñera no tiene la culpa del pésimo diseño de “1 gobierno/ 1 legislatura” que heredamos de la reforma constitucional de 2005, el cual, no genera incentivo alguno para oposiciones constructivas. Sin embargo, con esta razón solo podrás explicar el “bien que no pudo hacer” pero no el “mal que pudo evitar”. No tenía los votos para una buena reforma de pensiones, pero sí los tenía para impedir los retiros de fondos de pensión. También pudo librarnos de los escaños reservados o los privilegios a los independientes que convirtieron a la Convención Constitucional en la corporación sectaria y delirante que padecemos hoy en día. No solo no evitó este atentado a la igualdad en el voto (tal como lo afirmó recientemente el mismísimo presidente del Servicio Electoral), sino que también respaldó esta iniciativa haciéndola propia.

Son muchas cosas las que se me quedan en el tintero, pero no quiero alargar demasiado esta misiva. No te deseo éxito en la tarea de defender a Sebastián Piñera porque creo que no se lo merece. Cuando me hablan de su legado, no puedo dejar de pensar en las maravillosas líneas que le dedicaron en La Libertad Electoral al tirano Balmaceda dos días después de su cobarde suicidio: «la paz y la indulgencia son imposibles para los hombres que merecieron por sus acciones la condenación unánime de sus contemporáneos y que merecen también la condenación inexorable de la posteridad».

Te abraza fuertemente tu amigo que tanto te quiere,

J.

Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.

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