El término «liberalismo» se identifica con un paradigma político que responde a la diversidad humana mediante la defensa de instituciones que permitan la coexistencia de distintas creencias y modos de vida; el liberalismo acepta la pluralidad de esas creencias y modos de vida (la multiplicidad de valores religiosos y morales en el mundo moderno) y promueve la tolerancia. El liberalismo se diferencia de otras filosofías políticas en que rechaza la idea de un orden social orgánico y espiritualmente unificado, dentro del cual los intereses de los individuos se alinean en perfecta armonía con los intereses de la comunidad. Los individuos poseen fines distintos y no existe un único objetivo común que todos deban compartir; y necesariamente estos fines individuales suelen entrar en conflicto. La cuestión a resolver desde un punto de vista liberal es la de cómo regular, y no la de cómo erradicar, tales conflictos
Chandran Kukathas. «Liberal archipielago» (2003).
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En su famosa obra «El contrato social», el filósofo Jean Jacques Rousseau argumentó que existía una «voluntad general» del pueblo, […]
En los últimos tiempos hemos mecanismos electorales que crean un poder prácticamente ilimitado que amenaza las libertades fundamentales de las personas.
«La libertad es un derecho humano fundamental,
sin él no hay vida digna»