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Cómo se juega hoy la batalla cultural que Winter (CS) llamó a disputar - El Mercurio Publicado en El Mercurio, 17.03.2024

Cómo se juega hoy la batalla cultural que Winter (CS) llamó a disputar - El Mercurio

imagen autor Autor: FPP

Reportaje de El Mercurio, donde el presidente de la Fundación para el Progreso, Axel Kaiser, señala que desde la FPP se ha estado dando la batalla de las ideas a través de academias de formación, programas en YouTube, pódcast, libros y una intensa actividad en redes sociales.

El concepto no es nuevo, pero en las últimas semanas el diputado Gonzalo Winter (Convergencia Social) fue el que se encargó de desempolvarlo cuando cuestionó que su sector había fallado en su rol de «dar una disputa ideológica».

¿Cuál es esa batalla cultural que intenta revitalizar? «Es la disputa por las ideas hegemónicas, aquellas que definen el sentido común y las creencias generales dentro de una sociedad», resume Axel Kaiser, presidente de la Fundación para el Progreso (FPP).

¿Solo es tema para universidades e intelectuales? No, como demuestra la experiencia de Podemos en España, donde su exlíder Pablo Iglesias ha sido uno de los más entusiastas a la hora de azuzar a la izquierda a disputar «la cultura y la ideología». O la de Argentina, donde muchos han recordado esta teoría para explicar el triunfo de Milei.

En Chile, tanto en la izquierda como en la derecha, también se está dando.

EN EL OFICIALISMO

Cuando Winter llamó a la batalla, no estuvo solo. El controvertido exsubsecretario de Relaciones Económicas Internacionales José

Miguel Ahumada sostuvo en X (ex Twitter) que la entrevista en que planteó este y otros puntos era «valiente» y daba «muchas líneas estratégicas para la izquierda». El exconvencional Fernando Atria defendió en la misma red social que el diputado era «el que mejor entiende» que el Frente Amplio (FA) debía «defender sus posiciones, en vez de conceder y conceder al adversario buscando (fútilmente) su validación». En distintos sectores reconocen en el abogado una figura clave de la izquierda en la disputa de ideas, por sus publicaciones, participación en debates e influjo en el mundo de Derecho de la U. de Chile, que vio nacer políticamente a tantos del FA.

En la difusión de las ideas de este sector, tiene un rol importante Nodo XXI, el think tank que fundó el sociólogo Carlos Ruiz Encina, y en que participaron los subsecretarios Giorgio Boccardo (Trabajo) y Víctor Orellana (Educación Superior).

Algunos parlamentarios han incursionado en los pódcast, como Diego Ibáñez y el propio Winter. En las universidades, en tanto, partidos o movimientos de izquierda mantienen el liderazgo en importantes federaciones, como la de la U. de Chile.

Tatiana Urrutia, secretaria general de RD, considera que el trabajo también se ha hecho desde el Gobierno: «Hemos disputado el sentido común concretando proyectos en materias tan disímiles como las 40 horas y la subida del sueldo mínimo»,  y medidas para las mujeres.

¿Y qué disputan? El rol del Estado, según la diputada Ericka Ñanco, del mismo partido, para «convencer y demostrar» que puede brindar «lo mejor a sus ciudadanos, que es más eficiente y más transparente que el privado. La gente nos pide más Estado, más seguridad (...), mejores pensiones». Una batalla que dan, añade, desde el Parlamento, los medios y junto a organizaciones. 

«La derecha invita al mundo del “sálvese quien pueda”, la capitalización individual. Nosotros queremos decir que nos salvamos todos o nos hundimos todos, porque si nos vamos cada uno por su lado, seguiremos en el pantano del subdesarrollo», añade.

Pero si se trata de disputa cultural, hay quienes consideran que el PC la conoce más. A su trabajo de formación de cuadros, han sumado una estrategia mediática que varios miran con atención. ¿Algunos ejemplos? El programa «Sin Maquillaje» del alcalde Daniel Jadue o «Y ahora qué?» de la diputada Karol Cariola, con invitadas que van desde la ganadora del reality Gran Hermano hasta la expresidenta Michelle Bachelet.

PLAN REPUBLICANO

Kaiser planteó este debate en 2009 con su libro «La fatal ignorancia» y la FPP ha enfocado aquí su trabajo, con academias de formación, programas en YouTube, pódcast, libros y una intensa actividad en redes sociales.

Según Kaiser, fueron los primeros en postular temas que, más tarde, aparecerían en la política con José Antonio Kast: «El Republicano es el único partido en la derecha que surge del diagnóstico de que las ideas importan».

El partido coexiste con otras instituciones asociadas como Acción Republicans (con énfasis en la articulación de la sociedad civil), Ideas Republicanas (think tank)  y plataformas en redes sociales con varios programas.

«Nuestras propuestas políticas tienen que estar fundamentadas en principios e ideas. A veces la sociedad lo entenderá más fácil y verá en ello un valor, en otras habrá que trabajar más tiempo, pero la idea es no transar en esas materias», explica Álvaro Pezoa, miembro del directorio de Acción Republicana.

Hay especial énfasis en la formación de «cuadros jóvenes», que puedan proyectar el partido y representar las ideas «en un sindicato, un centro de alumnos, de padres, donde sea necesario», añade.

En academias que han hecho online han llegado a tener cinco mil inscritos.

Fuera del ecosistema republicano, hay otras plataformas reconocidas en la difusión de ideas. Por ejemplo, la Fundación Nueva Mente, de la exconvencional Teresa Marinovic, o en un enfoque formativo, Red Cultural, de la historiadora Magdalena Merbilháa.

¿Y la centroderecha? Tiene una nueva generación de centros de estudios —el IES, IdeaPaís y Res Publica, entre otros— e intelectuales, pero el diputado Diego Schalper (RN) reconoce que falta. «En general, la centroderecha es más asidua al catálogo de políticas públicas que al proyecto político», diagnostica. Cree que están al debe en generar una «narrativa política» y llegar con ella «a los lugares donde se da la batalla cultural: liceos, universidades, organizaciones vecinales. Eso requiere de personas que dediquen su energía a transmitir estas ideas. En eso, mi sector me parece que hace extremadamente poco, no hace todo el esfuerzo que debiera».

LOS RIESGOS

Aunque la disputa entusiasma a muchos, otros hacen ciertas prevenciones.

«Pretender instalar agendas y creer que de ello se deducen triunfos culturales es equivocado (...). La política no puede partir en la batalla cultural, sino que ha de terminar alli. El error principal de la Convención Constitucional fue pensar que legislar era una batalla cultural. ¿Y con qué chocaron? Con una realidad cultural frente a la que la propuesta era impertinente, absurda», dice el sociólogo Alberto Mayol.

Cree que seguir la ruta que señala Winter «no sería un acto estratégico. Esa es una ruta de candidatura presidencial, no es un plan para armonizar la acción política del sector». El punto aquí, explica, es otro: «La ventana de oportunidad para instalar contenidos se abrió para la izquierda en 2011 y comenzó su cierre en pandemia. El movimiento estudiantil de 2011 entró al gobierno, en la práctica, en 2014. Pero allí, con la ventana abierta, no dio la batalla cultural. Luego entraron con todo en esta batalla en el proceso constituyente inicial, cuando ya la ventana estaba comenzando a contraerse. El problema no ha sido si hay mucho o poco contenido, el problema es que se ha actuado sin sintonía temporal».

El director del Instituto de Filosofía de la U. de los Andes e investigador asociado del IES, Manfred Svensson, ve al menos dos riesgos en esta batalla: «El primero es que prime el espíritu de guerra cultural más que de construcción de una cultura compartida; dado el nivel de deterioro de nuestra educación y discusión pública, eso es muy grave».

El segundo, agrega, «es que se acuda a estas controversias cuando sirve de elemento de distracción para no enfrentar otros problemas. Me parece que eso es lo que ocurre cuando ahora desde el Gobierno, en medio de un generalizado descalabro, se busca reavivar la discusión sobre el aborto: es un intento por dividir a liberales y conservadores en la oposición, y dada la tentación de la guerra cultural, bien podrían terminar mordiendo el anzuelo». 

Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.

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