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Publicado en El Mostrador 21.11.2022Este próximo jueves 24 de noviembre, la Fundación para el Progreso trae a Chile al economista e intelectual público David Friedman (ver aquí), profesor universitario, hijo del Premio Nobel de Economía Milton Friedman, y célebre pensador radical y anarcocapitalista. Su visita está enmarcada en una conversación que el autor sostendrá en torno a la temática «¿Ha muerto el neoliberalismo?». Su presencia es muy bienvenida en el país, sobre todo en el contexto en el cual nos encontramos hoy, ya que en estas semanas hemos tenido eminentes visitas de intelectuales de izquierda muy críticos de los mercados y del capitalismo, como el Premio Nobel Joseph Stiglitz, la economista pop Mariana Mazzucato y la filósofa Elizabeth Anderson, entre otros. Sin duda la visita de este economista es un saludable contrapeso y una buena dosis de una visión alternativa de la economía y del orden social, que bien podría enriquecer nuestro empobrecido debate público en torno a lo público, al Estado y al vilipendiado «neoliberalismo». En estas líneas trataré de delinear por qué la venida de David Friedman es importante en el Chile de hoy.
Es difícil poner en resumidas palabras la importancia del pensamiento de David Friedman para las ideas de la libertad y la vital contribución de su libro La Maquinaria de la Libertad para entender el funcionamiento del orden social. Pues bien, a pesar de no ser un economista de entrenamiento, es una de aquellas figuras extrañas pero valiosas y necesarias, que encarnan la idea del «hombre del Renacimiento» en el siglo XXI. Friedman ha hecho contribuciones en la física teórica, la teoría de precios, el liberalismo, en la teoría económica del derecho y en la economía política del anarquismo, entre muchas otras; tocando así, y sin muchos problemas, variopintos temas que van desde las ciencias naturales hasta las ciencias sociales, pasando además por la filosofía y la teoría del anarquismo. David Friedman es sin duda una mente única y un intelectual extraordinario, al que vale la pena leer y ser desafiado por su pensamiento radical.
«Sin duda la visita de este economista es un saludable contrapeso y una buena dosis de una visión alternativa de la economía y del orden social, que bien podría enriquecer nuestro empobrecido debate público en torno a lo público, al Estado y al vilipendiado "neoliberalismo"».
Su libro La Maquinaria de la Libertad hace dos contribuciones para el pensamiento político y económico contemporáneo: 1) Marca un antes y un después en la literatura del anarquismo y de la gobernanza sin Estado. David, en su Maquinaria de la Libertad, nos esboza la posibilidad seria y fáctica de lo que se llama hoy «autogobernanza», es decir, los medios y mecanismos a través de los cuales una sociedad puede funcionar sin un aparato centralizado y coercitivo como el Estado. Ideas que después ampliaría en su otro importante libro de la historia de la creación de órdenes legales y la teoría económica de la ley, Law's Order. De esta forma, David Friedman nos ilumina el camino que pocos se han atrevido a iluminar: cómo un orden social y un orden legal pueden funcionar sin un Estado y sin un centro monopólico y centralizado de poder. Por estos motivos, La Maquinaria de la Libertad es una contribución notable, tanto a la literatura anarquista y anarcocapitalista como también a la economía política de la autogobernanza. Es probable que el trabajo de muchos economistas y cientistas políticos que hoy están en la vanguardia del campo de la anarquía (Leeson, 2014), de la autogobernanza (Leeson, 2009; Skarbek, 2014; Stringham, 2015) y de los órdenes descentralizados sin Estado (Richman, 2017; Shortland, 2022) no existiría hoy si no fuese por el esfuerzo audaz y el camino intelectual trazado por David Friedman.
2) Segundo, La Maquinaria de la Libertad hace importantes contribuciones a la economía política actual, al señalarnos las posibilidades reales y la lógica detrás de sistemas autogobernados o autogestionados y cómo podrían sustentarse. De esta forma, el libro introduce conceptos clave como «ley policéntrica», «órdenes espontáneos» y la «provisión cooperativa de bienes públicos» –que se creían otrora de exclusiva responsabilidad del Estado (como la policía estatal, hoy cada vez más en entredicho en el mundo)–. Friedman, de manera convincente, va desmontando a lo largo de La Maquinaria de la Libertad, poco a poco, todas nuestras preconcepciones y sesgos hobbesianos respecto al rol del Estado dentro de un orden social moderno y pacífico. Si bien uno no tiene por qué estar necesariamente de acuerdo con las consecuencias finales de sus ideas, su manera lúcida de pensar y la lógica racional que está detrás de su método de análisis son sin duda encomiables. De hecho, su manera de entender los sistemas privados de gobernanza y los órdenes cooperativos y espontáneos –como sistemas privados de reglas que tienen que establecer mecanismos de sanción, de resolución de conflictos y de incentivos sólidos–, resuena con el trabajo de importantes Premios Nobel de Economía como Friedrich Hayek (1974), James Buchanan (1986) y Elinor Ostrom (2009), entre otros.
En síntesis, la visita de David Friedman a Chile nos recuerda que, al final del día, una sociedad de progreso que quiera mantenerse cada vez más con menos necesidad del Estado centralizado, es una sociedad en la cual se debe estimular la cooperación de la sociedad civil, de los individuos y de los mercados para promover el desarrollo de la competencia de todos estos en los servicios ofrecidos y monopolizados por el Estado. Esta es una visión cooperativa y descentralizada del orden social que está en las antípodas del pensamiento de intelectuales nacionales contemporáneos, como Fernando Atria y muchos otros (Paniagua y Vergara, 2022). La visión de D. Friedman del orden social, de la economía y de la mano invisible de la cooperación es tan inspiradora como aquella de las luminarias que siguen el camino trazado por Adam Smith, como los Premios Nobel Friedrich Hayek y Milton Friedman.
Para concluir, hace ya 200 años, el gran filósofo Immanuel Kant comentaba que haber leído al filósofo escéptico y liberal David Hume lo había radicalmente sacudido y «despertado de un largo sueño». Es muy probable que una experiencia similar cause en nosotros leer de manera abierta el pensamiento de David Friedman y su célebre libro La Maquinaria de la Libertad. Leer y verlo hoy es, sin duda, un sano ejercicio de «despertar de un largo letargo».
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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