Una revolución con más vino tinto que empanadas
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Publicado en El Líbero, 09.01.2016Hace pocos días se supo de un proyecto de ley, presentado por diputados de la UDI, que busca sancionar -con pena de presidio menor en su grado mínimo y multa de 5 UTM- a aquellos que enaltezcan a presidentes que hayan realizado distintos tipos de transgresiones a la ley. En el documento hacen especial referencia a Salvador Allende y su gobierno socialista marxista.
Todo esto, como respuesta a un proyecto de ley que presentó la diputada Karol Cariola del Partido Comunista que prohíbe el homenaje y/o exaltación de la dictadura cívico-militar.
Lo más increíble es la fundamentación que realizan los diputados. En el documento comienzan diciendo: “Sin lugar a dudas la violencia como método de acción política constituye una siniestra herramienta que conspira contra nuestros valores democráticos y cristianos, y cuya ejecución lacera el alma nacional.”
La incongruencia se muestra desde el comienzo. ¿Acaso los diputados, con este proyecto de ley, no están usando la violencia política? ¿Esta moción no agrede la libertad de expresión de todos los ciudadanos? ¿El proyecto no atenta contra una democracia liberal?
El destacado economista austriaco y liberal Ludwig von Mises dice: “Quien quiera reformar a sus conciudadanos tiene que recurrir a la persuasión. Este es el único medio democrático para llevar acabo transformaciones”. Claramente, no han entendido que la verdadera democracia se da en libertad, donde no se utiliza la fuerza sino la persuasión y los acuerdos voluntarios. Mises continúa: “Si un hombre fracasa en sus esfuerzos por convencer a otros de la bondad de sus ideas, debe achacarlo a su propia incapacidad. No debe reclamar una ley, esto es, la compulsión y coacción mediante la fuerza pública”. Es decir, son incapaces de convencernos de porqué sus ideas son más justas y mejores que los ideales socialistas.
En otras palabras, la derecha al igual que la izquierda utilizan el mecanismo coactivo para imponer sus ideas y visiones. Puesto que quien es incapaz de servir a sus conciudadanos quiere gobernarlos.
Este germen coactivo nos hace avanzar a la construcción de un país socialista, como cuando los nazis realizaron su famosa quema de libros. De esta forma la libertad de expresión poco a poco se va reduciendo, va degradándose. Así, publicar un libro o un artículo que moleste a los gobernantes supondrá cada vez mayores riesgos.
Por el contrario, una sociedad chilena libre es aquella donde prima la libertad de expresión. Donde personas afines con la dictadura militar o con el gobierno socialista marxista se pueden expresar sin más limitaciones que el respeto por los proyectos de vida ajenos. La sociedad liberal es tolerante, puesto que se basa en la persuasión, no en la agresión. Y menos aún en la coerción estatal, los agresores por excelencia.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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