La historia constitucional de Chile es una razón poderosa que debe estar presente en el proceso constituyente. Ello será especialmente útil a la hora de la redacción de la nueva Constitución para: 1) defender la permanencia de instituciones que han demostrado sobradamente su pertenencia a la Constitución histórica de nuestro país; 2) conservar aquellas disposiciones que han resultado ser exitosas —'si funciona, no lo arregle'— y 3) aplacar el adanismo de los convencionales, mostrando los fracasos que hemos padecido en nuestra trayectoria por el burdo culto a la novedad —paradójicamente, el adanismo no tiene nada de nuevo—.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.