El espíritu del 5 de octubre
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Publicado en Emol, 12.11.2021Francisco Esteban Bara es un profesor del Departamento de Teoría e Historia de la Educación en la Universidad de Barcelona. Entre sus obras más destacadas están una interesante introducción a la historia, teoría y futuro de la universidad (“¿Quo vadis, universidad?”, escrito en coautoría con Begoña Román Maestre en 2016); un estudio sobre el rol del profesor en la sociedad contemporánea (“Ética del profesorado” de 2018) y una aguda crítica a la actual formación universitaria (“La universidad light” de 2019).
Con todo, su última obra —“Chistes de Eugenio para repensar la universidad” (Caligrama, 2021)— es la que más me ha gustado. Básicamente, porque no soy experto en pedagogía y siempre me he reído de buena gana con el flemático humorista catalán. Mi chiste favorito de Eugenio es el del tipo que va la iglesia y le dice al sacerdote:
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—Oiga, padre, usted es el que aparta a las mujeres del mal.
—Sí, hijo, sí.
—Bueno, apárteme dos para el sábado, si us plau.
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No deja de sorprender el camino que ha recorrido Francisco Esteban Bara a través de sus libros: de una correcta introducción a la idea de universidad en Humboldt, Newman y Ortega a las chanzas de Eugenio. ¿Será que la universidad se ha vuelto un chiste? ¿Será que, ante el estado actual de las universidades, más vale reír para no llorar?
No corren buenos tiempos para la universidad. Lo que fuera un su tiempo “una comunidad de maestros y discípulos para el descubrimiento y comunicación de la verdad” hoy está lejos de serlo. A los problemas típicos de la universidad contemporánea —las deudas estudiantiles o el “publish or perish”— se le ha sumado hace un tiempo la cultura de la cancelación que ha terminado por transformar a las universidades en lugares indeseables donde campea el miedo y la persecución. Ejemplos sobran (recomiendo leer “La neoinquisición” de Axel Kaiser) y a diario nos enteramos de más casos donde la censura ya superó los niveles del absurdo.
Como bien dijo Jonathan Haidt en una entrevista a la revista Átomo: «una universidad en que los estudiantes viven en un clima de miedo, donde temen dar su opinión sobre un libro, una idea y otra cosa, ha perdido el camino y no tiene mayor razón para seguir existiendo». Esta afirmación es una verdad como un templo y, en este espíritu, destacados intelectuales y académicos (Haidt incluido) se han embarcado en una misión infinitamente más difícil que cerrar una universidad contaminada por la cultura de la cancelación: fundar una nueva libre de este vicio.
Esta nueva institución se llama The University of Austin y su lema es “la intrépida búsqueda de la verdad”. Entre sus fundadores se encuentran pensadores tan notables como Arthur Brooks, Ayaan Hirsi Ali, Glenn Loury, Steven Pinker, Jonathan Haidt, Deidre MacCloskey, Niall Ferguson, Sohrab Ahmari y Peter Boghossian. Su máxima autoridad es Pano Kanelos, quien renunció a la presidencia del St. John’s College para asumir este desafío y cuyo primer artículo en calidad de presidente de la Universidad de Austin se titula: “No podemos esperar a que las universidades se arreglen solas. Entonces estamos empezando una nueva”. Es un texto que no tiene desperdicio, recomiendo vivamente su lectura.
No sabemos cuál será el futuro de esta nueva universidad, pero su fundación no deja de ser un ejemplo de lo que debemos hacer ante situaciones que nos producen una justa indignación: no basta con quejarnos de lo mal que está el mundo. Julian Baggini, en su libro “La queja” señala que esta es una herramienta para hacer catarsis y que sirve para «reafirmar nuestro sentido de cómo deberían ser las cosas en realidad» (p. 50). Sin embargo, corremos el peligro de convertir la queja en un sustituto de la acción real y, en este caso, «se convierte en una mera excusa para no hacer nada» (p. 51).
Creo que existen varias razones para ser optimista sobre el futuro de la Universidad de Austin. Primero, como bien dijo Virgilio, «la fortuna ayuda a los audaces» y coraje no les ha faltado a sus fundadores. A su vez, la calidad y diversidad de ellos juega un rol importantísimo a la hora de atraer donantes y discípulos. Por último, cada vez son más las personas que se rebelan ante la cultura de la cancelación y mientras más queden en evidencia los ridículos fundamentos y los nefastos efectos de esta forma de totalitarismo, mayor y más fuerte será la reacción en su contra.
Le deseo de todo corazón un próspero futuro a esta universidad. Su éxito debería traducirse no solo en el crecimiento de la Universidad de Austin como institución, sino también en el efecto que puede provocar en otras universidades el ver que los espacios donde prima la búsqueda apasionada de lo verdadero, lo bueno y lo bello están muy lejos de sus aulas.
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Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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