Falacia de los extremos
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Fundación para el Progreso, abril 2020El Covid-19 ha azolado al mundo entero. Es interesante analizar cómo los países se han desempeñado en sus diferentes bemoles y medidas. Una comparativa que suele salir a relucir es con nuestros vecinos del otro lado de la cordillera: Argentina. Alberto Fernández ha tomado un camino muy dispar al del Presidente Sebastián Piñera y las consecuencias que ello traerá aparejadas también lo serán. No es verdad que el líder peronista esté manejando la crisis, en sus diferentes facetas, como quien tiene todo fríamente calculado y bajo control, y que nuestro país se vea desbordado.
Eso solo demuestra que Chile se preocupó y anticipó en la búsqueda de una estrategia que pudiese contener debidamente esta enfermedad, evitando un desborde y persiguiendo salvar vidas.
Ambos países llegaban de forma diferente a la emergencia. Por un lado, Argentina desde hace un buen tiempo viene presentando problemas financieros con alta inflación y contracción de su Producto Interno Bruto (PIB). Es decir, es un país que no crece, no genera trabajo y tampoco posee ahorros. Chile, en cambio, venía saliendo a flote de la crisis política que lo azotó en octubre, recuperando un leve crecimiento y la disciplina fiscal -valor al cual podríamos entrar a relativizar de oír algunos cantos de sirena- junto al ahorro, los cuales resultan trascendentales para marcar distancia. En consecuencia, antes de entrar a la carrera de frenar el Covid-19, hay una disimilitud ostensible entre ambos.
En virtud de lo anterior, se explican las medidas adoptadas al inicio de la crisis. Alberto Fernández apostó todas sus fichas a un confinamiento total y -como ya es una costumbre por sus tierras- abogó por los controles de precios a más de 2.000 productos y una emisión monetaria del 30%. Cuestiones que en el mediano y largo plazo son nocivas para una economía, que además ya venía en un sostenido declive. Chile siguió un camino gradualista del confinamiento y ha sabido mantener a raya, por el momento, el desastre económico que se avecina mediante una propuesta responsable: La Moneda invertirá un 4.7% del PIB. La pregunta clave es ¿cuánto aguanta un país bajo el agua? ¿cuánto aguantará Argentina con una cuarentena total y cuánta espalda económica? Los fantasmas del default acechan con desatar una crisis económica y social muy fuerte en el país vecino.
En cuanto netamente al Covid-19, Argentina se ve mucho más débil que Chile. Tuvo que implementar la cuarentena total porque no se encontraba preparada para testear y generar una trazabilidad de los casos. Desde el primer caso en ambos territorios, los trasandinos hasta hace poco solo habían gestado casi 5.800 test y nuestro país bordeaba los 50 mil. La tasa de mortalidad en Argentina es un 3.4% y en Chile un 0.8%. Eso solo demuestra que Chile se preocupó y anticipó en la búsqueda de una estrategia que pudiese contener debidamente esta enfermedad, evitando un desborde y persiguiendo salvar vidas.
No se trata de chovinismo, pero al parecer a ratos retorna the chilean way y deja tras su paso al modelo argentino por amplia distancia. El gobierno chileno ha sido elogiado en la contención de la pandemia por organizaciones internacionales como la OMS, y destacado por la BBC en la materia. Sin embargo, ello no puede significar motivo de relajo o descuido. Con todo, ¿no será tiempo de analizar los fenómenos en su mérito y dejar de lado esa necesidad enfermiza de querer buscar un flanco por donde golpear al gobierno? Hay que reconocer que ha enfrentado correctamente la pandemia y puede de que veamos la luz al final del túnel más temprano que tarde.
En los tiempos que corren lo que se necesita es unidad, consciencia del fenómeno y prevención. Medidas acordes a la evolución de la enfermedad en el país y una colaboración profunda, amparada en la responsabilidad individual y el autocuidado de la población. No es tiempo de dormirnos en los laureles.
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