El «wishful» thinking del Gobierno
En su discurso de aceptación del Nobel de Economía en 1974, F. A. Hayek advertía que hay quienes «piensan que nuestro creciente […]
Por Marta Arriagada E. | Publicado en Las Últimas Noticias, 09.11.2017
Como cualquier turista que no convive todos los días con el smog santiaguino, Niall Ferguson mira con asombro desde el piso 61 del Sky Costanera la nube de humo gris que cubre el valle de Santiago y que no le permite apreciar el Cerro San Cristóbal, aunque achique los ojos para intentarlo. Vive en San Francisco, California y esta es su tercera vez en Chile.
En el lugar hay un pequeño escenario instalado. Sube y saluda a los más de 100 jóvenes que quieren escuchar su prédica sobre liberalismo, el tema al que este historiador escocés, especializado en Historia económica, le ha dedicado gran parte de su tiempo. Tiene 53 años y más de 14 libros referidos al tema y hoy es colaborador senior de la Hoover Institution, Stanford y colaborador senior del Center for European Studies, Harvard. Hace unos años revista 'Time' lo eligió uno de los líderes de opinión más influyentes; en esta oportunidad fue invitado a Chile por el Think Thank Fundación para el Progreso, en su quinto aniversario. El evento fue moderado por Axel Kaiser.
'Por cada uno de ustedes hay 17 niños chinos que ya tienen ética laboral y quieren la libertad que tienen ustedes', dice el profesor de Stanford para captar la atención de los asistentes y luego advierte 'no hay libertad sin ciencia', para entrar de lleno a hablar de lo 'vital' que es hoy valorar la libertad que algunos países y personas, dice, añoran.
'Si yo fuera ministro de Educación en Chile, una de mis prioridades más importantes sería asegurarme de tener inversión significativa en investigación y me aseguro de tener programas florecientes de PhD (doctorado) en Ciencias Naturales, Ciencias de la Computación e Ingeniería', explica Ferguson y añade que no solo se trate de ciencias que aborden innovaciones tecnológicas.
Según las cifras que maneja la comisión de Hacienda del Senado y el Congreso del Futuro, actualmente Chile invierte $607.408 millones en ciencia y tecnología, es decir, solo un 0,38 % del PIB, mientras que el promedio de la Ocde es de 2.5% del PIB. Incluso, Argentina invierte más que Chile, con un 1% del producto interno bruto.
'No olvidemos la importancia de las Artes Liberales y de las Ciencias Sociales también. Tiene que haber una amplia base de personas con alta educación en ese ámbito. No queremos solo MIT (Massachusett Institute of Technology) queremos Harvard y Stanford en Chile también', explica.
Usted propone que no hay libertad sin ciencia, ¿cuán importante es hoy que un país como Chile eleve su inversión en ciencia?
-Creo que es de vital importancia para cualquier economía en el siglo 21 tener a población con educación científica, en orden de poder competir eficazmente en un mundo cada vez más tecnológico. Es una base. Ese ámbito debería ser fundamental para el ministerio de Educación. Es la puerta que se abre hacia la libertad económica.
¿Cuál cree usted que es el desafío prioritario que debería asumir el nuevo gobierno chileno?
-Ha habido errores importantes en cuanto a las políticas: por ejemplo, en política fiscal, en el mercado del trabajo, esto debe ser corregido. Estoy esperanzado en que un gobierno de Piñera llevará a cabo más políticas favorables al mercado y también políticas de mayor prudencia y responsabilidad fiscal.
La perspectiva de Ferguson en torno al modelo económico que Chile ha cultivado es positiva:
'Chile heredó de los años 80 instituciones económicas fantásticas y fue por eso que tuvo el crecimiento más rápido en América Latina. La tarea del gobierno próximo es, entonces, asegurarse de que esas instituciones fuertes sean preservadas y que Chile retorne al rápido crecimiento que disfrutó antes del gobierno de Bachelet', resume el historiador.
Actualmente en Chile tenemos dos candidatos de derecha, uno que representa al ala más conservadora y otro de corte más liberal. Dígame ¿qué es ser conservador y liberal hoy?
-Yo prefiero decir simplemente que creo en mercados libres, en una sociedad libre y que apoyaré a cualquier partido político, cualquier líder político que represente esos principios fundamentales de libertad. En Gran Bretaña en los años 80, esa fue la conservadora Margaret Thatcher, pero en otros contextos, en Australia, por ejemplo, pueden ser los liberales los que alcancen esos objetivos. Por eso a mí me importan más las políticas que las etiquetas.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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«La libertad no se pierde por
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