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SAE, más que un manto de duda Publicado en El Mercurio, 19.04.2024

SAE, más que un manto de duda

Señor Director:
Don Mario Waissbluth, en carta de ayer, celebra nuestro Sistema de Admisión Escolar (SAE) y atribuye a los procesos de admisión anteriores la creación de una educación tipo torta de milhojas, que —incluyendo el copago— «segregaba» a la población reflejando en un 80% el origen socioeconómico de los alumnos.

Esto abre tres interrogantes. ¿Es el Sistema de Admisión Escolar el origen de una sociedad tipo torta de milhojas o, más bien, es el reflejo de la misma? ¿Es perverso o reprochable que el Sistema de Admisión genere esta asociación o es fruto de las preferencias de los padres? ¿Si fuera fruto de las preferencias de personas libres es posible cambiarlo sin introducir grados de coacción incompatibles con una sociedad libre?

«Las sociedades libres modernas son como tortas de milhojas, lo importante es que el esfuerzo, la educación y la inversión las hagan crecer y que las personas puedan progresar. Son las sociedades socialistas las que crean tortas de novios, una gran masa desabrida con una pareja privilegiada e inmóvil pisando al resto».

Es propio en nuestra vida que nos asociemos, eduquemos, casemos y cultivemos amistades con personas con las cuales compartimos sensibilidades, afectos, tradiciones, gustos y preferencias parecidas. Lo raro son los casos en que una millonaria se casa con un pobre o una blanca con un negro y por eso se hacen películas como «Downton Abbey» o «Adivina quién viene a cenar». Nadie consideraría moralmente justo que para que nos mezclemos social o geográficamente, el Estado nos obligue a juntarnos con amigos por sorteo o a casarnos con quien indique una tómbola o vivir en el barrio que me asigne un algoritmo.

Las sociedades libres modernas son como tortas de milhojas, lo importante es que el esfuerzo, la educación y la inversión las hagan crecer y que las personas puedan progresar. Son las sociedades socialistas las que crean tortas de novios, una gran masa desabrida con una pareja privilegiada e inmóvil pisando al resto.

A medida que progresamos en la vida, mejoramos el auto, la casa, el barrio, la comida y, por supuesto, la educación de nuestros hijos. Los padres priorizan que sus hijos tengan mejor educación y oportunidades que ellos, y todo sistema que busque impedirlo por vía de prohibir pagar, elegir o seleccionar no es moralmente justo ni pedagógicamente aconsejable.

El SAE es una herramienta y no un fin, no es perfecto y no recoge todas las realidades de Chile. Muchas madres de comunas vulnerables están dispuestas a atravesar Santiago o a pagar más para que sus hijos vayan a un colegio de Providencia o Las Condes, porque la principal razón por la cual eligen colegio es la seguridad personal de sus hijos y no un intento de segregarse o asimilarse.

Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.

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A menudo viene con sacrificios y luchas.»

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