No pain, no gain
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Publicado en El Mercurio, 12.05.2024En una columna el 20 de septiembre de 2016 en este mismo espacio titulada «Monumento para los Chicago» afirme lo siguiente: «fueron los Chicago boys los que pusieron freno a la corrupción, despilfarro e ineficiencia del sistema de sustitución de importaciones. Fueron ellos los que iniciaron la revolución en materia de política social, focalizando el gasto y permitiendo que llegara a quienes realmente lo necesitan. Fueron también ellos quienes pusieron coto al saqueo sistemático de empresas estatales inservibles y quebradas. Fueron ellos los que bajaron la inflación de 1.000% anualizado a menos de 10%. Ellos fueron también los que crearon el sistema de pensiones más exitoso en la historia occidental, quitándoles a los políticos la llave de los ahorros de los trabajadores chilenos para que no pudieran robárselos nuevamente. Ellos iniciaron la revolución en la educación, antes realmente excluyente, convirtiéndola en un bien accesible a las masas. Ellos comenzaron la apertura comercial de Chile al mundo permitiéndonos a los ciudadanos adquirir bienes de todas partes y atraer capitales fundamentales para nuestro progreso social. Ellos le entregaron un país creciendo al 7% al Presidente Aylwin, sentando así las bases económicas de la democracia que tenemos hoy y sin las cuales esta no existiría. Fue, en fin, su sistema el que redujo la pobreza de un 50% a cerca de 7%. En pocas palabras, los Chicago boys son los padres fundadores del Chile moderno, uno en el cual todos, pero especialmente los más pobres, viven mucho mejor». Y a renglón seguido, añadí: «antes de que la derecha y la izquierda unidas terminen por arruinar de veras el país, propongo crear un monumento para los Chicago boys en un lugar emblemático de Santiago. Después de todo, fue la revolución libertaria -y no la socialista ni la socialcristiana- la que de verdad trajo para todas las empanadas, el vino tinto, el blanco, el rosé, el ensamblaje, el espumante, etc. Quién sabe, así como van las cosas, tal vez ese monumento sea lo único del milagro económico que usted pueda mostrarles a sus nietos mientras les cuenta la historia de cómo se jodió Chile».
«Ahora que se ha logrado el propósito y que Chile se encuentra arruinado producto del “trabajo" de su clase intelectual y política inepta, corrupta y estatólatra, vuelvo a sugerir erigir un monumento, pero esta vez solo al fallecido Sergio de Castro».
Como el lector sabe, llevo veinte años advirtiendo que nuestro país terminaría totalmente arruinado producto del avance de las ideologías igualitaristas y estatistas que se tomaron la discusión pública e infectaron a casi toda la clase política e intelectual. Esa columna fue una de muchas que envejecieron bien, porque el país envejeció mal dado el consenso transversal que existía para liquidar buena parte del legado de los Chicago boys, que tuvo en Sergio de Castro su representante más destacado. Baste recordar el revuelo que causó mi columna de 2016 para entender por qué nos hemos arruinado. Mario Weissbluth, por ejemplo, contestó afirmando que había que poner «al centro de todos los urinarios públicos una calcomanía con las fotos de estos padres de la patria». Así, añadía, al hacer nuestras necesidades, nos acordaremos con gratitud que nos dejaron escuelas segregadas y barrios cada vez más segregados, que han incubado una desconfianza y odiosidad entre los diversos estratos sociales que ni 25 añitos de pseudodemocracia vigilada han podido solucionar….gracias a San Milton Friedman, y a sus arcángeles de Chicago, es que hoy vivimos en la copia feliz del edén».
La reacción inodórica de Weissbluth, fue el fiel reflejo del Zeitgeist, el espíritu de esos tiempos.
Lo cierto, para que nos engañamos, es que toda la izquierda, moderada o no, compartía el diagnóstico de que Chile era un peor país producto de la libertad económica que restauraron los economistas chilenos de la escuela de Chicago cuyas reformas habían definido el desarrollo de las últimas décadas. Eran los años de la populista Bachelet II y de su promesa de acabar con lo que llamó «vestigios del sistema neoliberal», en lo cual avanzó incluso con votos de la centroderecha. Por eso, ahora que se ha logrado el propósito y que Chile se encuentra arruinado producto del «trabajo» de su clase intelectual y política inepta, corrupta y estatólatra, vuelvo a sugerir erigir un monumento, pero esta vez solo al fallecido Sergio de Castro. Y es que, dado el estado calamitoso de nuestro país, la plata no alcanza para más. Pero se debería hacer, a fin de cuentas, de Castro fue el economista que más transformó- para bien-la vida de los chilenos en el último medio siglo. Y una cosa es destruir su legado, es decir, la economía del país, pero otra diferente es no recordarlo si quiera como el gran arquitecto de ese Chile perdido por el que ahora lloran muchos de los mismos que se encargaron de sepultarlo.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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