Las largas filas de personas esperando ser atendidas desde la madrugada en las puertas del Registro Civil producto del paro de sus funcionarios, reflejan los problemas que se suscitan cuando existe un monopolio del Estado en la provisión de algún servicio.
Los ciudadanos son menoscabados en su dignidad quedando al capricho de una burocracia estatal que impone su dominio sin que nadie, desde la alta autoridad hasta el funcionario, asume alguna responsabilidad en cuanto a los efectos perniciosos que su acción generan en la vida de las personas. Es decir, el ciudadano, que está obligado a financiar esa burocracia mediante sus impuestos, queda sometido a una tiranía impersonal e irresponsable a la cual no puede reclamar nada.
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