El espíritu del 5 de octubre
El 5 de octubre de 1988 significó el triunfo de la democracia, incluso mucho antes de que se dieran a […]
Publicado en El Mercurio, 04.12.2021Pablo Aguayo responde a mi carta criticando a Hayek por defender la idea de una democracia limitada. Hayek efectivamente trabajó y defendió esta idea en muchos de sus trabajos, pero no la inventó él, sino que se estudia desde los clásicos y es defendida por cualquier teórico que promueva las democracias liberales. Nace, además, como solución a un problema muy simple: las democracias se pueden degenerar endógenamente y hacernos perder nuestros derechos básicos, un riesgo comprobado tanto teórica como empíricamente.
Esta idea además es atingente a nuestros tiempos convulsos, ya que disminuir ese riesgo es uno de los principales roles de una constitución. Las constituciones limitan la democracia consagrando, por ejemplo, el derecho a emigrar de un país o el derecho a la libre expresión, de manera que se haga casi imposible que simples mayorías puedan negárnoslos. Si a Aguayo le parece mala esa concepción de democracia, que lo explicite, pero no debería asignarle a Hayek esa idea y menos insinuarla como malévola. Eso confunde a los lectores. Aguayo luego da un gran salto al pasar del apoyo de Hayek a una democracia limitada hacia el apoyo de éste a una dictadura, lo que no resiste el más mínimo análisis analítico.
Es muy prosaica la obsesión de pintar a Hayek, Friedman y varios otros pensadores —“no de izquierda”—, que tienen abultadas y sofisticadas obras donde defienden la democracia, como promotores de dictaduras. Por lo general se escudan en anécdotas simples y accidentales —como las que cita Aguayo en su carta; me imagino sacadas del estudio de Leonidas Montes y Bruce Caldwell sobre las visitas de Hayek a Chile, que, de todas maneras, invito a leer con detención ya que refuta todas esas insinuaciones—, y teorías conspirativas fabricadas con tergiversaciones de ideas, lenguaje y miles de frases descontextualizadas, como que la que el mismo Aguayo hizo en su carta anterior al citar a Margaret Thatcher saltándose olímpicamente una frase que cambiaba el sentido de la oración, y que me tomé el tiempo de clarificar.
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