Información inédita se ha dado a conocer en Chile a través del “Barómetro de la Libertad” realizado por el centro de estudios Adimark, junto a la Fundación para el Progreso. Esta medición de la percepción de los chilenos sobre la libertad culminó en un Ranking con las 22 libertades que más valoran los chilenos (ver tabla).
Lo que llama poderosamente la atención es que dentro de las libertades que más valoran los chilenos se encuentran, en primer lugar, la idea de que “el gobierno respete la vida y la integridad de las personas”. En segundo lugar prefirieron la libertad de “decidir la forma de criar y educar a los hijos”, y en el tercer lugar se ubicó la opción de “ser dueño de una propiedad sin que el Estado se adueñe de ésta”. Es decir, los chilenos valoran y aprecian mucho las libertades que el gobierno está menoscabando mediante su “proyecto de país” y su discurso “igualitario”, con trasfondo populista y socialista “renovado”; pues llevarlo a cabo implica transgredir de algún modo estas libertades.
En este contexto, se hace necesaria una profunda reflexión para los chilenos, porque estos se han venido comportando como liberales al valorar dichas libertades, pero han cedido ante el relato discursivo de los llamados “progresistas”, llegando al punto de creer en políticos paternalistas, con afanes intervencionistas y que su valor fundamental no es la libertad. Y esto no puede seguir así, pues sería una gran tragedia, culminar en la popular frase “nadie valora lo que tiene, hasta que lo pierde”. En los diferentes países del mundo que ha acontecido esta frase en cuanto a su pérdida de libertad, se han tardado décadas en recuperarla, y algunos aún ni la recuperan; basta echar un vistazo por América Latina para evidenciar esto.
Cuando menciono la palabra liberal, me refiero a lo que plantea Karl Popper, cuando dijo: “por «liberal» no entiendo una persona que simpatice con algún partido político, sino simplemente que atribuye importancia a la libertad individual y es consciente de los peligros inherentes a todas las formas de poder y de autoridad”.
En este sentido, es tiempo de ser totalmente conscientes de los peligros inherentes a todas las formas de poder y de autoridad, porque éstas pueden exacerbarse al punto de amenazar y coartar completamente al individuo. Es decir, ¡A Usted!
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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