Héroes y villanos: no nos olvidemos
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Publicado en El Pingüino, 26.05.2024La humanidad está experimentando un cambio vertiginoso debido a la disrupción de nuevas tecnologías como la inteligencia artificial, los autos eléctricos, la robótica avanzada y los chips cerebrales, entre otras innovaciones. Este fenómeno tecnológico es tan significativo que se habla de una «quinta revolución industrial». Junto con esta revolución, las exigencias medioambientales son cruciales para el desarrollo sostenible de la humanidad. Es imperativo que las actividades humanas sean lo menos invasivas y perjudiciales para el medio ambiente. Por ello, conceptos como economía verde, gasolina ecológica, reducción de la huella de carbono y las energías renovables son tendencias esenciales que deben ser desarrolladas. Aquellos que no cumplan con estas exigencias quedarán fuera del mercado internacional.
Ante esta nueva realidad, que parecía lejana pero ya es nuestro presente, surge la pregunta: ¿Cuál es el papel de nuestro país en este nuevo contexto? Esta es una gran interrogante, considerando que nuestra economía ha dependido históricamente del mercado internacional. Desde nuestros inicios como una joven república latinoamericana, hemos sido un país mono exportador de recursos minerales: primero con el salitre, luego con el cobre, y ahora con el litio. Sin embargo, nunca hemos sido una potencia en desarrollo tecnológico, industrial o de propiedad intelectual, elementos indispensables para el futuro global.
«Es nuestro deber como ciudadanos del futuro exigir a nuestros gobernantes políticas públicas efectivas que fomenten el desarrollo sostenible».
A pesar de esta encrucijada, tenemos buenas noticias. Aunque nuestro país nunca ha sido pionero en tecnologías o avances científicos, la riqueza de nuestros recursos naturales nos brinda una ventaja comparativa.
Poseemos los elementos necesarios y apetecidos por la comunidad internacional para materializar sus nuevas tecnologías. Contamos con los recursos minerales que permiten la creación de innovaciones tecnológicas.
En esta línea, el cambio de paradigma mundial y la necesidad de que las actividades humanas sean sostenibles exigen los llamados «cinco metales del futuro». Dos de estos, el «litio» y el «cobre», existen en abundancia en nuestro país. El cobre es esencial para las conexiones eléctricas de los nuevos dispositivos tecnológicos, mientras que el litio es fundamental para las baterías de estos dispositivos. Se estima que la demanda de estos dos minerales se cuadruplicará para el año 2040, generando una dependencia europea significativa hacia nuestro país. Además, en la zona de Penco se han encontrado las denominadas «tierras raras», minerales esenciales para la producción tecnológica, que hasta ahora han sido monopolizadas por China. Esto posiciona a nuestro país como una opción atractiva para el mercado internacional, especialmente para Estados Unidos y Europa.
Otro sector clave para el futuro, son las «energías renovables». Nuestro país posee la mejor radiación solar del mundo para producir electricidad solar, con un 37% de productividad anual en el desierto de Atacama, y condiciones similares para la electricidad eólica en la Patagonia, con un 70% de productividad anual. Esto permite generar electricidad al costo más bajo del mundo, según Juan Carlos Jobet, ex ministro de Energía.
Otro elemento crucial es el «emprendimiento e innovación empresarial» esenciales para el futuro. En este sentido, nuestro país cuenta con grandes exponentes que han identificado y satisfecho necesidades sociales mediante bienes o servicios en el mercado. Actualmente, contamos con tres «empresas unicornio» -empresas valoradas en mil millones de dólares- las cuales son Cornershop, NotCo y Betterfly. Y además se espera que este número aumente a siete en un futuro próximo, lo que demuestra nuestra capacidad intelectual para ser actores activos en el mercado mundial mediante startups.
En resumen, nuestro país tiene un increíble potencial en diversas áreas del conocimiento humano, gracias a la diversidad de nuestros recursos naturales y nuestras características geográficas únicas. Es nuestro deber como ciudadanos del futuro exigir a nuestros gobernantes políticas públicas efectivas que fomenten el desarrollo sostenible, siempre considerando que el camino hacia el crecimiento y desarrollo pasa por la iniciativa privada y nunca por la estatal. No debemos temer a los nuevos caminos del progreso mundial; por el contrario, debemos aprovechar las oportunidades para ser grandes contribuyentes a la sociedad del mañana.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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