Contento señor contento
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Publicado en La Segunda, 26.04.2023Murió Oscar Godoy, filósofo político e importante profesor para muchas generaciones de estudiantes, políticos e intelectuales. No me hizo clases y lo conocí poco: cruzamos apenas unas conversaciones en algunos lanzamientos de libros. Una vez bajamos en auto desde la UAI, arriba en Peñalolén, hacia Providencia; estaba perdiendo la vista y necesitaba ayuda. En ese viaje desde la montaña hacia el destruido Santiago del estallide, Godoy nos relató una anécdota ochentera ya conocida: como había desafiado en público, en el Centro de Extensión de la PUC, a diferentes líderes empresariales, religiosos y políticos amigos de la dictadura, lo que le había costado parte del financiamiento del Instituto de Ciencia Política que lideraba por esos años. En 2019 Godoy fue muy duro con el presidente Piñera y la inoperancia del Estado para controlar el desorden público —quizás porque vivía en el Parque Forestal—, pero más duro con la pusilanimidad de la centroizquierda que celebró la destrucción de las ciudades, de nuestras instituciones, y alentó además trastornados intentos de destitución del presidente.
«Dijo ahí Oscar Godoy que el Partido Republicano y su líder, José Antonio Kast, no debían ser catalogados de ultraderecha, ya que no lo eran. Él sabía de lo que hablaba».
Godoy no tuvo problemas en disentir de la gente buena, quizás porque tenía muy claro quién era y los principios liberales en los que creía. Se le hizo fácil y evidente declarar el alivio que le significó el golpe de Estado, pero también el oponerse a Pinochet apenas avanzada la dictadura. Su última entrevista la dio a nuestra revista Átomo, donde revisó su biografía intelectual. Su infancia entre los curas franceses y su juventud en el Instituto de Filosofía de la Católica de Valparaíso, ya deja entrever a un protagonista de nuestra historia política e intelectual. Dijo ahí que el Partido Republicano y su líder, José Antonio Kast, no debían ser catalogados de ultraderecha, ya que no lo eran. Él sabía de lo que hablaba. Muchos políticos y burócratas académicos esperan expectantes que Kast haga lo que tenga que hacer para ser igualado a Trump, Bolsonaro u Orban. Ojalá no les dé en el gusto, por el bien de Chile —¡que sus secuaces lean a Godoy!—.
En su discurso de incorporación a la Academia de Ciencias Sociales Políticas y Morales, Godoy se concentró el tercer concepto del eslogan revolucionario francés: fraternidad —o amistad—. Lo analiza desde su aspecto privado: para cultivarlo sería crucial, antes que todo, conocerse y vivir en paz consigo mismo. Desde ahí —a principios de los noventa— reflexiona sobre la importancia de la amistad para vivir en comunidad, es decir, como principio político, especialmente en los tiempos que se le avecinaban. Nunca se le vio apoyando a la delirante convención constitucional, como muchos de sus discípulos, más propensos a las modas estéticas y a la avidez de poder. Quizás sea eso lo que le falte a ellos y nuestros gobernantes: simplemente, aguantarse a sí mismos.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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