El precio del Frente Amplio
Cuando estudiaba en Londres conocí a un profesor que bautizó “Guardianreaders” a quienes se paseaban como “buenas personas” frente al mundo. Entendí el chiste, pero no conocía el famoso sketch británico que clasificaba a toda Inglaterra en función de los diarios que leían: “el Guardian es leído por las personas que creen que ellos —y solo ellos— son los merecedores de manejar el país. El Times lo leen quienes efectivamente lo manejan, y el Daily Mail sus esposas. El Financial Times lo leen los dueños del país, el Morning Star quienes creen que el país debería ser gobernado desde afuera por la Internacional Comunista o un símil socialdemócrata, mientras que el Daily Telegraph lo leen quienes creen que el país es efectivamente gobernado por esos superpoderes externos”.
Chile es un país chico, con pocos habitantes, y menos lectores —y menos aún suscriptores—, así que veo difícil que llegue el día en que logremos clasificar sociológicamente tan bien a nuestros inquietos lectores. En todo caso, creo al menos que el Daily Telegraph sería leído por esos «kastistas» preocupados por George Soros, las fuerzas del mal y las vacunas, y el Morning Star por los amigos de Artés. Más evidente, diría, es que los frenteamplistas leerían el Guardian, ya que ellos, y solo ellos, son los que tienen méritos morales gobernar nuestro país, hoy, ayer y anteayer. ¿Han pensado cómo andarían si hubiese ganado Kast?
El punto es que apareció una columna en el Guardian que proponía la gran solución a la inflación: fijar precios. Era escrita por Isabella Weber, PhD en Cambridge y del New School de New York. Mariana Mazzucato, referente económico del FA y también del New School, dijo que era una excelente reflexión, que iluminaba nítidamente “las verdaderas causas de la inflación y el qué hacer para solucionarla”. Un delirio. Salió hasta Paul Krugman a decir: “No soy un fanático del libre mercado, pero esto es realmente una estupidez”. Revolución anticientífica.
Frente a la inflación, la tentación de fijar precios aparece de manera muy intuitiva, especialmente para quien no entienda de economía —una ciencia difícil, pero que por desgracia no parece serlo. Sin embargo, eso implica simplemente no entender qué es un precio: una mera señal, nada más. Hay incluso un libro que se llama “4 mil años de controles de precios y salarios”. Algo así como “4 mil años tropezando con la misma piedra, somos humanos”. Un camarada del Presidente Boric, el diputado Winter, anda como sacerdote diciendo que hay que fijar los precios de los arriendos, cuando lo único que causa eso es la destrucción y deterioro de los barrios, por más políticas laterales que se hagan. Estas mismas intuiciones están en los libros de Mazzucato, puras burlas a la ciencia económica que no pasan la más mínima vara científica. Ya veremos el precio que tendremos que pagar por el Frente Amplio.
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