Golpe democrático
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Publicado en Individuo, 26.12.2021El miedo es una emoción ampliamente documentada por la psicología. Proviene de uno de los sustratos más antiguos de la evolución humana, y responde a la reacción primitiva del sujeto ante una amenaza. Seguramente, todos han sentido la rapidez con la que nos invade el miedo. Es una sensación tremendamente orgánica, en el sentido de que se percibe rápidamente en todo el cuerpo. Además, es una de las emociones más eficientes para modificar el comportamiento del sujeto. Es por ello, que en psicología se reconocen dos grandes categorías de acción ante el miedo: fight or flight(lucha o huir).
La efectividad del miedo es tan conocida en psicología como usada en política. De hecho, existen estudios que dan cuenta de la correlación entre el miedo y el surgimiento de nuevos populismos. Si bien el miedo es un factor a considerar a la hora de fomentar conductas de autocuidado en la sociedad, muchas veces la clase política abusa de este con el fin de reunir voluntades. Es un método que se sostiene en el instinto de buscar seguridad en las cifras, en los medios concretos y estables en el tiempo. El temor es tan eficiente que incluso se ha demostrado que los mensajes de miedo son el doble de efectivos que los que carecen del componente temor.
El miedo muchas veces produce cierto detenimiento, retirada y cautela; en otras condiciona a la búsqueda de información sobre datos que refuerzan esa amenaza. De esta forma, si bien el miedo puede ser un gran movilizador de los individuos, no siempre se asocia a una conducta prudente sostenida en información precisa. Muchas veces, el temor puede tergiversar la percepción de la realidad.
Frente al panorama chileno actual, se hace relevante analizar en qué medida está incidiendo el factor miedo en el electorado, y cuánto de realidad hay en dicha emoción. Según la encuesta de Feedback junto a la Universidad Diego Portales la emocionalidad de los jóvenes es más bien optimista (32%) por sobre el pesimismo (17%), sin embargo, los estados emocionales frente a las elecciones que predominan son: la incertidumbre (31%), preocupación (27%), frente a la esperanza en tercer lugar (18%). De esta forma, pareciera que existe un estado anímico más bien negativo. Ahora bien, el temor solo marcó un 5%, lo cual aún no se podría concebir como un factor determinante. Sin embargo, los estados emocionales publicados que predominan son aquellos que responden a un futuro incierto y potencialmente amenazante. Es por ello, que no sería raro que para la segunda vuelta existan quienes busquen elicitar el denominado factor miedo.
Por esto: ¿cuál es la mejor estrategia para contrarrestarlo? Simplemente el intelecto. No estaba errado Gustave Le Bon en su obra “Psicología de las Masas” cuando afirmó que las masas jamás responderán a la razón. No importa cuan lógico y documentado sea el argumento, la masa solo responderá a las emociones. Por ello, siempre ante la necesidad de producir juicios prudentes y realistas lo mejor es salirse de la masa y buscar información y cifras que permitan una percepción menos sesgada de la realidad.
He ahí un gran desafío para el electorado chileno. Dejar sus instintos tribales octubristas y buscar razonar en torno a un saludable sentido de realidad.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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