Seguridad cuando conviene
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Publicado en El Mercurio, 08.06.2024¿Qué es lo que define la naturaleza de una propuesta genuinamente de derecha? La respuesta es simple: la convicción, como afirmó Lord Acton refiriéndose a los liberales, de que la libertad es el norte polar de todo proyecto político. La libertad, a diferencia de la democracia, no sería un medio, sino un fin en si mismo. Esto significa que todo el esfuerzo por llegar al poder tiene por objetivo, para un liberal auténtico, reducir la intervención del Estado en la esfera de las decisiones individuales y en la vida social. ¿Cree en esto la centroderecha? Evidentemente no. Si bien comparte ideas liberales, su posición filosófica es más bien social demócrata. En otras palabras, la libertad no es el bien más relevante y compite con otras cuestiones como la igualdad.
«De cara a una nueva opción de ser gobierno el desafío de la centro derecha debe ser ofrecer un cambio radical de dirección sobre la base de principios claros, partiendo por el de la libertad».
La centroderecha cree así en que el poder político, esto es, el Estado, es fuente en sí misma de moralidad al, por ejemplo, redistribuir riqueza bajo el pretexto de hacer «justicia social». Es por esto que no tiene una posición de principios contra las alzas de impuestos y ha contribuido con su voto a las desastrosas reformas tributarias que han destruido las posibilidades de progreso de Chile. De la misma manera ha sido activa en restringir la libertad a ciudadanos honestos y respetuosos de la ley de tener armas debidamente inscritas, ha avanzado la asfixia laboral que daña los contratos entre privados, estuvo en contra del lucro en educación, incrementó la cantidad de ministerios, es decir, de burocracia estatal inútil, participó en la destrucción de los equilibrios fiscales, en la demolición del estado de derecho mediante normas penales abusivas como la ley de persecución empresarial – más conocida como ley de delitos económicos- y otras garantistas de delincuentes reales, etcétera.
En otras palabras, la centroderecha, al igual que la centro izquierda, ha sido corresponsable de la crisis en que se encuentra el país hoy. Carente de convicciones sólidas que permitan ofrecer un norte de progreso y libertad, se limitó a reaccionar ante la izquierda radical e incluso a validar su diagnóstico. Su momento más lúcido se vio de cara al referéndum de la Constitución que abría las puertas a una dictadura de izquierda en Chile. Solo entonces pareció entender lo que estaba en juego frente a los enemigos de la democracia que hoy gobiernan y que ellos mismos contribuyeron siempre a legitimar.
Ahora bien, sin duda hay buenas intenciones en el sector y gente de alto nivel capaz de aprender de estos errores. Por eso mismo, de cara a una nueva opción de ser gobierno el desafío de la centro derecha debe ser ofrecer un cambio radical de dirección sobre la base de principios claros, partiendo por el de la libertad.
En primer lugar, porque esta no puede existir sin seguridad personal y ella no será restaurada sin tribunales militares para Fuerzas Armadas y Carabineros que operen en Estados de excepción además de otras modificaciones legales. Si por falta de coraje o debilidad intelectual, la centroderecha no los concreta en su proyecto de gobierno, simplemente será heredera del fracaso colosal de los gobiernos de centroderecha anteriores en materia de seguridad. La diferencia esta vez será que el crimen organizado ya tendrá tentáculos que van, desde la clase política, al poder judicial y su control sobre el país podría terminar siendo irreversible.
En materia económica debería aspirar a que Chile recupere las decenas de puestos que ha caído en los rankings de libertad económica y que nos han sumido en un verdadero desastre. Para ello deberá reducir el gasto estatal, eliminar ministerios y cargos públicos, bajar sustancialmente impuestos y regulaciones, entre otras medidas urgentes. No es que, para salir de la crisis provocada por el consenso socialdemócrata y la retroexcavadora haya alternativa.
Esta vez, aunque la centroderecha no crea en la libertad en el sentido planteado por Acton, tendrá que avanzar en esa dirección por una cuestión de necesidad política. Dicho de otro modo, si no es por principios, al menos deberá abrazar una agenda más libertaria por interés propio.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
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