En Chile, hace tiempo se viene justificando el saqueo y el vandalismo, durante las marchas, como expresión política y social del descontento.
Esa trivialidad desvergonzada frente a la violencia se traduce en acciones irresponsables donde personas inocentes como Eduardo Lara, mueren por causa de la acción de vándalos con supuestas motivaciones políticas.
Varios han intentado justificar, entender o explicar lo sucedido como producto del sistema, de las desigualdades, de la rabia acumulada, etc. Pero lo que hay detrás de estas expresiones es una espuria y solapada justificación de la violencia política.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.