Trump, Teletones y despilfarro
Entramos en modo «Teletón». Millones contribuyen a esa noble causa. No hay chileno que no haga un esfuerzo. Cuotas de curso, vacas en las oficinas, […]
En tiempos de coronavirus acompañado de un acentuado dinamismo del poder central, un día como el 31 de marzo —el día de las regiones, desde 2009—, quizás pueda perderse entre los dictámenes del Presidente y la imperativa gestión de emergencia. Alocuciones sin subterfugios, comunas en cuarentena total, alcaldes criticados por la participación en matinales y un largo etcétera, entrevén la agilidad de una institución que, desde hace más de tres décadas, tiene una materia pendiente: distribuir su poder.
El optimismo creciente que nos mantenía en vísperas del desarrollo nubló la importancia que para el crecimiento del país tienen las regiones. Si bien los últimos 20 años de crecimiento han sido paradigmáticos, junto a Irlanda y Grecia seguimos siendo de los países más centralizados de la OCDE. Esta realidad nos obliga a recordar que no hay país desarrollado en el mundo democrático que sea centralista. Sean federales como Suiza, Estados Unidos y Alemania; o que estén dotados con gran poder autónomo de sus regiones como ocurre en el Reino Unido, España e Italia, descentralizar el poder ha sido clave en conseguir el éxito.
Desde la década de los 90s —y a pesar de los avances en esta materia con miras a la elección del gobernador regional— aún seguimos discutiendo el cómo generar mejores resultados a la gestión pública subnacional. Dada la contingencia y los gastos comprometidos y por comprometer, aparecen dudas frente a cómo será el nuevo financiamiento regional bajo autoridades electas. Además, creemos que algunas soluciones pudiesen ir vinculadas a dar mayor autonomía y girar hacia una descentralización fiscal parcial o total (sujeto a normativas de transparencia y responsabilidad, las cuales consideren las asimetrías en las bases impositivas y eventuales problemas de estabilidad financiera nacional) como una forma de impactar el funcionamiento de la economía, en lo referente a la provisión de bienes y servicios públicos locales, para optimizar la gestión del fisco.
"Aun cuando la emergencia sanitaria obliga a centralizar decisiones, es hora de repensar cómo el aporte cultural y autónomo de las regiones podrían favorecer la llegada oportuna de la ayuda; y, en el largo plazo, el crecimiento, la democracia y la libertad".
En el famoso trabajo “Federalismo Fiscal” de W. Oates, se explican 4 beneficios principales de descentralizar fiscalmente: 1) Las necesidades varían entre localidades. Centralmente no es factible tener mejor información. 2) De existir una oferta heterogénea de bienes y servicios públicos, las personas eventualmente podrán elegir dónde hacer sus vidas. 3) Mejora la provisión de bienes y servicios públicos dada la competencia entre gobiernos internos “del mismo nivel” y 4) Incentiva la innovación en la provisión de bienes y servicios públicos.
En el Chile de hoy agilizar los recursos hacia el poder local todavía depende, en parte, y como manifestó Alberto Undurraga, de la “buena llegada” que pueda tener un alcalde con el poder central, más no de mecanismos transparentes. Es por ello por lo que el desafío no es sólo institucional, sino también cultural. Sacarnos el monarquismo de la cabeza requiere de un cambio en las ideas que sustentan nuestras instituciones; de esta manera, como manifestó el pensador Irving Kristol, se pueden generar trasformaciones sustanciales.
Aun cuando la emergencia sanitaria obliga a centralizar algunas decisiones, es hora de recordar y repensar en cómo el aporte cultural y autónomo de las regiones podrían favorecer la llegada oportuna de la ayuda; y, en el largo plazo, el crecimiento, la democracia y la libertad, pero sobre todo el buen manejo de las arcas fiscales, la sana competencia y la reducción de la burocracia. Si no es ahora, ¿cuándo?
.
Eugenio Guerrero, Camila Muñoz y Marcos Balmaceda
Jefes regionales Fundación para el Progreso Valparaíso, Concepción y Valdivia
.
.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan las de Fundación para el Progreso, ni las de su Directorio, Senior Fellows u otros miembros.
Entramos en modo «Teletón». Millones contribuyen a esa noble causa. No hay chileno que no haga un esfuerzo. Cuotas de curso, vacas en las oficinas, […]
Confieso que los analistas políticos que abusan del término «moderación» me aburren soberanamente. En sus discursos, «moderación» es una palabra […]
Señor Director:La humillante derrota de la izquierda norteamericana —y global— en las recientes elecciones en Estados Unidos le ofrece la […]
«El progreso no es una bendición ininterrumpida.
A menudo viene con sacrificios y luchas»